Castillo roquero construido entre los siglos XII y XIII sobre un cerro que domina el valle del río Dulce. Antes había una torre de vigía musulmana. Su posición domina no sólo el valle de Pelegrina, sino toda la meseta que se extiende más allá, donde en la Edad Media estaba la importante vía romana de Emérita Augusta –hoy A2-, que aún era un camino principal. Desde su altura podría divisarse, o comunicarse, con la cercana fortaleza de La Torresaviñán. Alfonso VII donó Pelegrina, que había conquistado en 1126, al obispado seguntino en agradecimiento por la ayuda dada en la reconquista de la comarca de Sigüenza por parte de su primer obispo, Bernardo de Agén. Fue saqueado por los navarros en el siglo XV, y retomado a su vez por las milicias del obispado. Sirvió, sobre todo, como residencia y coto de caza para los arzobispos segontinos. En 1710 fue incendiado y destruido durante la guerra de Sucesión por las tropas austracistas y, posteriormente, reconstruido. En la Guerra de la Independencia fue desmantelado por las tropas napoleónicas para que no sirviera de refugio a los guerrilleros de Juan Martín el Empecinado.
Los muros son de sillarejo, de metro y medio de espesor y ocho de altura, con almenas que disponían de saetera. Tiene fuertes torreones o cubos esquineros cilíndricos y macizos, por lo que no tienen saeteras, pues su única función fue reforzar los muros. Su planta es alargada, poligonal, de unos cuarenta y cinco metros de longitud. En la parte norte se sitúa la torre del homenaje, de planta cuadrada y dos pisos, cimentada sobre unas rocas, que defendía el portalón de acceso a la fortaleza. La puerta de acceso principal es alta y en forma de arco de herradura, situada entre dos de las torres y con un matacán para su defensa. Al sur, entre dos torreones, estuvo una segunda puerta menor y tuvo forma de arco de medio punto. Alrededor del castillos se levantó una barbacana. Disponía de un patio con aljibe, rodeado de estancias dispuestas en dos pisos.
BIC
En ruinas. Quedan vestigios de la torre del homenaje, destruida por los franceses, así como la cortina inmediata y algunos torreones.
Caída de sillares. Derrumbes.
Bibliografía:
García de Paz, José Luis. Castillos y fortificaciones de Guadalajara. Editorial Nueva Alcarria. Guadalajara, 2007.
Herrera Casado, Antonio. Guía de campo de los castillos de Guadalajara. Aache ediciones. Guadalajara, 2006.
Layna Serrano, Francisco. Castillos de Guadalajara. Ediciones Aache. Guadalajara, 1994.