El califa Abd al-Rahman III decide proteger el margen izquierdo del río Tajo, aprovechando un vado existente en esta zona para levantar una fortaleza que se incluiría dentro de la Cora de Mérida, unida a ésta por la antigua calzada romana que comunicaba Emérita Augusta con Toletum. Tras la caída del califato cordobés, la fortaleza disfrutará de su época de mayor esplendor al convertirse en capital de su propia Cora, controlando los terrenos ubicados entre Gredos y Medellín, dentro del reino taifa de Badajoz. Pasará a partir de entonces sucesivamente de manos musulmanas a cristianas, hasta ser arrebatada a los almohades definitivamente en el siglo XIII. A partir de entonces, la ciudad sufrirá el abandono de sus habitantes musulmanes, quedando relegada apenas a ser una villa que irá perdiendo importancia según la ganan otras aldeas que surgen a su alrededor, llegando su completa desaparición al finales del medievo. De la ciudadela musulmana, usada como cantera por los municipios colindantes, apenas sobreviven algunos lienzos de las murallas que la circundaban, así como dos torreones interiores cercanos a la muralla sur. La ciudad de «Albalat» posee una cerca construida a base de tapial (barro, cantos rodados, paja y cal) que ha llegado bastante mal conservada hasta nuestros días. Quedan sin embargo restos del vano de la portada flanqueado por dos cubos cuadrados salientes, los cimientos de dos torres cuadradas separadas treinta metros y en la cara Norte, mirando al río, otra torre, mejor conservada, debido a que en su edificación se han utilizado aparte del tapial mampuestos irregulares. Gracias a algunas excavaciones efectuadas en 2009 en el interior de la fortaleza se han podido desenterrar restos de viviendas y edificios propios de las ciudades medievales hispano-musulmanas. Ha sido utilizada como cantera por las poblaciones aledañas. Durante la construcción de la autovía Madrid-Lisboa se instaló en este solar un taller de montaje de armazones que dañó gravemente el yacimiento.
El yacimiento arqueológico conocido como Albalat (Romangordo, Cáceres) corresponde a un establecimiento que funcionó cuando la región formaba parte de Al-Andalus, durante la etapa medieval musulmana de la Península. Su importancia se debe a su función de control de un vado del río Tajo, hoy desaparecido bajo las aguas del pantano de Torrejón. Su excavación empezó en el verano 2009 bajo la dirección de la arqueóloga S. Gilotte (CNRS, Ciham), con un equipo constituido por estudiantes españoles, franceses y especialistas de diversas ramas, tales como la geofísica, la paleobotánica o la arqueozoología. Los primeros resultados pruebran que fue ocupado hasta al menos la primera mitad del s. XII. Su mención en las fuentes del s. X podría sugerir la existencia de una ocupación anterior que aún no ha sido detectada.
Su muralla encierra una superficie de unas 2 hay se encuentra jalonada por numerosas torres. Se aprecia fácilemente varios indicios de reformas que se encaminaron siempre a ampliar la anchura de los muros, utilizando materiales locales (pizarra, tapial de tierra, guijarros y cal). Estas repetidas mejoras demuestran la importancia de esta fortificación a lo largo de la historia. La ciudad fue destruida por los cristianos tras un asedio en la primera mitad del s. XII.
Distintas vías se ofrecen a los arqueológos para acercarse a la vida cotidiana de los antiguos pobladores y al entorno en el que vivían. La cerámica se relaciona con la preparación y Conservación de los alimentos, pero también con las redes comerciales que permitían la llegada de recipientes más lujosos fabricados en otras zonas de la Península.
La arqueología también documenta actividades lúdicas, a través de fichas de piedra o de cerámica talladas y pulidas que se desplazaban sobre tableros, de los cuales se han encontrado varios ejemplares (alquerque).
BIC
En 2009 el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, con la Casa de Velázquez y la ayuda del Ayuntamiento de Romangordo, iniciaron algunas excavaciones y sondeos del yacimiento.
En ruina total, apenas sobreviven algunos lienzos de la muralla exterior, y dos torreones interiores.
Deterioro progresivo de los restos hasta su desaparición. Expolio.