Según Eslava Galán (1999) se trata de una fortaleza cristiana construida, seguramente, en la segunda mitad del siglo XIV por el arzobispo de Toledo don Pedro Tenorio (1328-1399). Su misión consistía en evitar el establecimiento de una fuerza enemiga que combatiera la ciudad. José Antonio Bueno Cuadros, cronista oficial de Cazorla, atendiendo a los restos cerámicos, el tipo de fábrica, así como al sillarejo y la cantería utilizada en los muros, afirma que es más antiguo, posiblemente de entre mediados y finales del siglo XII. Este origen musulmán lo proponen también otros autores que afirman que puede datarse su construcción en torno al siglo X por su aparejo y arco de entrada. Probablemente se trató de dos periodos constructivos diferenciados cronológicamente, uno de época almohade y el segundo ya de época cristiana de reforma en el que se incluyó la torre pentagonal
El castillo de las Cinco Esquinas es un recinto rectangular que ocupa una meseta rocosa cercana a la cumbre del cerro. Los lienzos norte y oeste han desaparecido casi por completo, aunque existen vestigios de cimientos. Se conserva en aceptable estado la mitad del lienzo que lo cerraba por el este. En el sur se encontraba la entrada de la fortaleza.
El recinto exterior estaba constituido por un muro de mampostería en hiladas regulares extremadamente grueso. Dentro del recinto quedan los cimientos de otro muro que dividía el patio de armas en dos mitades uniendo los lienzos este y oeste.
La torre del homenaje es una construcción pentagonal con tres lados de dimensiones muy aproximadas , que forman dos ángulos rectos mientras que los dos lados restantes son más cortos y vienen a ser una proyección destinada a albergar la caja de una escalera de caracol hoy totalmente destruida, por la que se accedía a las distintas plantas de la torre. La entrada a la torre, se abre al patio de armas por el norte, en un vano cubierto por bóveda apuntada. En sus dos extremos persisten sólidas quicialeras donde encajaban las puertas y el alvéolo de la barra que la cerraba. El aposento bajo de la torre es cuadrangular y está cubierto por dos bóvedas vaídas de ladrillo que se apoyan en un arco central apuntado y asentado sobre pilastras adosadas a los muros este y oeste. De los dos ámbitos resultantes uno recibe la luz de dos saeteras que se abren en los muros este y oeste. Toda la obra de este singular monumento es de sillarejo y mampostería regular en hiladas. El ángulo noreste presenta un gran socavón a través del cual vemos la estructura interna del muro: cascotes y mortero de cal blanquecino, de gran calidad.
Sobre la puerta de entrada observamos los restos de cuatro canes que sostuvieron un balcón amatacanado.
Fuera del recinto de la fortaleza, a unos veinte metros de la torre del homenaje, existe una serie de entalladuras regulares que probablemente servían de encastre para los maderos de una rampa destinada a facilitar el acceso al castillo de caballos u otros animales de tiro por un peñascal irregular y lleno de hoyos que, de otro modo, hubiera resultado peligroso. Más lejos, donde el roquedo termina, en la base del promontorio, parecen adivinarse los restos de un talud de tierra en forma de arco, con una posible entrada y restos de una era pequeña extramuros que podría corresponder a una fortificación más antigua.
BIC
Abandonado y en ruinas.
Derrumbes. Desaparición total.
Bibliografía
Eslava Galán, J. Los castillos de Jaén. Ediciones Osuna, Granada, 1999.
Bastos Zarandieta, A.D. El castillo de Salvatierra o de la Cinco Esquinas. Boletín, nº 208, págs. 219-252 – IS.S.N.: 0561-3590. Instituto de Estudios Giennenses Julio-Diciembre, 2013.