En lo que es hoy día un despoblado existió en tiempos romanos un próspero pueblo para defensa del paso del Tajo en su confluencia con el Almonte. Los árabes le dieron el nombre de Al-Conetar, que quiere decir “los puentes”, por los que allí había. La construcción del castillo es gótica, aunque procede de una probable turris del Turmulus romano, luego reconstruida por árabes y cristianos. Con las piedras del pueblo romano hicieron los árabes un gran castillo, conquistado por Fernando II de León, en 1167, y tras una recaída, de modo definitivo, por Alfonso IX, en 1225.
En agradecimiento a la colaboración prestada en las guerras de reconquista, se cedió el castillo a la Orden de los Templarios, constituyéndose en cabeza de encomienda. Los monjes resistieron allí hasta la segunda mitad del siglo XIII protegiendo a los alconeteños de los repetidos ataques musulmanes. Las rivalidades entre templarios y las otras órdenes militares, especialmente con la vecina Alcántara, con el obispado de Coria y con la villa de Cáceres, hicieron que, al fin, los primeros abandonaran Alconétar en 1258, en el inicio del reinado de Alfonso X. El rey se apoderó de nuevo de los territorios abandonados y que eran objeto de disputa por las Órdenes de Alcántara y de Santiago y el 4 de Julio de 1268 los cedió en señorío a su hijo el infante don Fernando de la Cerda. El día 16 de enero de 1434, el rey de Castilla Juan II hizo donación de Garrovillas y de Alconétar a favor de Enrique de Guzmán, segundo Conde de Niebla.
Ambas poblaciones y el castillo pasan a los condes de Alba de Liste por matrimonio de una hija de Enrique de Guzmán, doña Maria, con Enrique Enríquez, conde de Alba de Liste e hijo de Don Alfonso Enríquez, almirante de Castilla. Enrique Enríquez fue el fundador del Convento garrovillano de San Antonio de Padua. Con el paso del tiempo, castillo y puente se fueron arruinando quedando sólo algún trozo de muralla y la airosa torre del homenaje llamada Floripes. Hoy día todo ello queda sumergido bajo las aguas del gran pantano de Alcántara, pero cuando descienden las aguas aún puede verse la airosa torre con toda su gallardía.
La construcción del pantano en 1969 inundó buena parte de los vestigios de este territorio: los dólmenes, el primitivo poblado romano -Turmulus-, el castillo y el puente metálico que salvaba el Tajo trazado por Eiffel, salvándose sólo el puente romano, que fue trasladado piedra a piedra a una de las orillas del pantano.
En origen, el castillo fue una fortaleza construida por los romanos con el fin de proteger el puente y el paso. Ampliada por los árabes y luego por la Orden del Temple. Los cimientos de la torre pentagonal están formados por sillares romanos. Tenía una entrada principal a 5 metros del suelo, siendo necesaria la escalera de mano para penetrar en su interior.
BIC
Se encuentra en estado aceptable pero sin ninguna atención, degradándose y camino de la ruina por encontrarse bajo el agua del pantano.
Degradación progresiva por efecto del agua que lo sumerge.
Enlaces
Interior de la Torre de Floripes. Castillo de Alconetar, YouTube.
Bibliografía
Velo y Nieto, G. El Castillo de Alconétar. Castillos deExtremadura, Escuelas Profesionales «Sagrado Corazón de Jesús», 1968.