Ávila Seoane recoge un documento donde se señala que Juan Sánchez Sedeño, partidario de Enrique II de Trastámara, llegó a Arévalo hacia 1370 y fue el primer alférez mayor de la villa, cargo que ostentó esta familia durante siglos.
Abandonado ya en el siglo XIX, la ruina se ha ido haciendo progresiva a lo largo de todo el siglo XX. La intervención de la década de 1990 afectó negativamente a su interior.
El palacio de los Sedeño presenta una torre adosada a una fachada de la que cada día va quedando menos restos de su ornamento original. Su portada es del siglo XV, de medio punto, con jambas graníticas funcionales y grandes dovelones hechos de ladrillo y revocados con cal que finge ser granito. En su base, se incrustó un escudo con cartela en la segunda mitad del siglo XVI, coronado con yelmo y cimera, timbrado con el águila de los Sedeño y bordura con siete eses en el primer cuartel y, en el otro, los 13 roeles asociados a la familia de los Dávila.
Al mismo siglo, deben de pertenecer los tres huecos cegados principales del piso superior organizados conforme al eje del edificio, con mínimos cortejadores en el interior y rematados todos con dinteles de ladrillos convergentes con el intradós de yeso, configurando un perfil mixtilíneo.
La fachada conserva milagrosamente sus revocos, con un esgrafiado de los de dos tendidos, geométrico de dobles circulitos concéntricos, con una cruz en el interior y tangentes los exteriores mediante otros circulitos mínimos. Además, hay elementos de fingida arquitectura enmarcando, a modo de sillares y dovelas, los tres cegados huecos de perfil mixtilíneo y fingiendo una doble hilada de sillería a modo de base o arranque del paño esgrafiado. Todo el revoque de la fachada se encuadra por una riquísima cenefa decorada con hexágonos y una crestería de arquillos entrelazados que cierra el conjunto.
La fachada se remata con un friso de esquinillas y arquillos ciegos. La valiosa reja volada de una de sus ventanas se expone hoy en el Museo de los Sexmos.
En el interior, se puede reconocer un patio trapezoidal casi cuadrado con sus crujías muy alteradas y organizado con columnas toscanas que parten de un pequeño plinto con un florón en sus caras y sobre las que descansaban zapatas de madera, puede que de la primera mitad del siglo XVI.
La torre es de planta rectangular y seguramente fue el punto de partida de la edificación. A su semisótano se accede mediante una puerta de ladrillo y alfiz y geminados arcos de herradura, como la ventana del último piso. El cuerpo superior era hueco, con otros tres pisos y forjados de madera y revocado al exterior, pero nada queda de aquello tras la intervención de la década de 1990.
Conjunto Histórico Artístico.
Amenaza ruina, salvo la torre, el conjunto presenta peligro de colapso.
Riesgo de derrumbe y desaparición. La fachada se sostiene milagrosamente. La torre se conserva mejor, pero también muy deteriorada.
Bibliografía
GUTIÉRREZ ROBLEDO, J. L. . Memoria mudéjar en La Moraña: la arquitectura. En Memoria mudéjar en La Moraña. Ávila: ASODEMA. 2011, pp. 7 – 122.