El Sanatorio de la Isla de Pedrosa, en su origen fue un pequeño lazareto (1869-1914) destinado a mantener en cuarentena a “los buques con patente sanitaria negativa cuando existían defunciones durante el trayecto, traían enfermos infecto-contagiosos o procedían de países con enfermedades endémicas”. Su creación responde a la preocupación por el tratamiento de enfermedades tuberculosas surgida en la España de los primeros años del siglo XX. En este sentido, en 1907, se creó el Real Patronato Central de Dispensarios e Instituciones Antituberculosas impulsado por Alfonso XIII (huérfano por culpa de la tuberculosis) y la reina Victoria Eugenia. Un importante congreso celebrado en 1908 daría lugar a una serie de medidas e iniciativas desde el ámbito médico-sanitario para crear sanatorios marítimos y de montaña y, una de las primeras creaciones tuvo lugar en la isla de Pedrosa y en Oza (La Coruña), aprovechando antiguos lazaretos que fueron reconvertidos, en ese momento, en modernos sanatorios especializados en el tratamiento de la enfermedad en niños.
Las visitas de los reyes desde 1912 darán un importante impulso al carácter sanitario y social de este recinto, en el que se irán edificando varios pabellones que conformarán un conjunto urbanístico de carácter sanitario modélico en su época y contexto y que bien puede ser recuperado, con esos mismos fines, en la actualidad. En 1920, con la presencia de la reina Victoria Eugenia, se colocaba la primera piedra del pabellón Infanta Beatriz y se inauguraba el monumento al doctor Manuel Martín Salazar, obra del escultor Enrique Marín Higuero (Málaga, 1873-1954).
En 1928 con la llegada del Dr. Juan Bautista González-Aguilar se inicia una etapa más científica en la que se aborda la cirugía de huesos. En 1947 bajo la dirección el Dr. Víctor Meana Negrete se abordan los tratamientos de las lesiones oste-articulares y secuelas de la tuberculosis, poliomielíticas o traumáticas, fundamentalmente en la infancia. A partir de 1965, año en el que acede a la dirección el Dr. Rafael Colveé Guillén, se inicia una etapa hospitalaria más moderna.
Finalmente, el 12 de diciembre de 1988 se produce el cierre del hospital y el inicio de su decadencia. Actualmente, y solo de manera parcial, existe una unidad para drogodependientes en uno de los pabellones, dependiente del Gobierno de Cantabria.
La isla de Pedrosa, actualmente península, se localiza en la bahía de Santander y tiene una extensión aproximada de 187 metros. Es un parque con importante arbolado y antiguas construcciones sanitarias diseminadas. Al fondo de la bahía, en la boca de la ría de San Salvador, un par de istmos la conectan hoy con tierra firme. El actual puente se erigió en 1966.
En la actualidad, el complejo hospitalario está conformado por varios pabellones, una iglesia y un teatro modernista distribuidos por el parque con diferente valor arquitectónico, todos en mal estado salvo el utilizado por el gobierno cántabro como parte de la Fundación Cántabra Salud y Bienestar Social, y que está destinado a proyectos de rehabilitación de jóvenes drogadictos.
En 1918 el sanatorio de Pedrosa acogía a “niños, que en nuestra patria son legión, que se ven invadidos por la miseria fisiológica, hija de la mala habitación y del averiado y escaso alimento, causas fundamentales de la tuberculosis que asuela el país”, y en palabras del arquitecto Ricardo García Guereta:
Un Sanatorio para niños pretuberculosos debe ser un parque amplio, con superficie proporcionada al número de niños que han de constituir la Colonia, en el que destaquen una porción de edificios limpios, ordenados, alegres, rodeados de praderas con grandes árboles y jardines poblados de flores, cruzados por amplios y bien afirmados caminos que permitan la comunicación entre todos los puntos del Sanatorio con rapidez y comodidad.
Los edificios principales que lo integran deben proyectarse de tal forma que en ellos se disfrute de un verdadero confort. Para ello se necesita: pabellones dormitorios para niños y niñas no lisiados, así como para lisiados y con lesiones que exijan la intervención quirúrgica y curas especiales; un pabellón de comedores; una o dos grandes salas de recreo y espectáculos; un balneario; unas aulas dispuestas en forma que complementen la enseñanza al aire libre; terrazas para hacer helioterapia; un edificio de Administración; una capilla y un edificio para almacenes y depósitos, así como pabellones aislados con servicio de retretes, urinarios y lavabos (…).
Sin protección específica
La construcción se encuentra en estado de abandono, pero se muestra fácilmente recuperable en su estructura y entorno.
Se trata de un entorno privilegiado en el que se concita el concepto de patrimonio edificado, patrimonio paisajístico y patrimonio cultural. Las edificaciones que, junto con el sanatorio-hospital conforman este conjunto urbanístico en este medio natural ubicado en un espacio estratégico, pueden y deben ser recuperadas y protegidas. El espacio, debiera recuperar el carácter pedagógico que tuvo, entre otras posibles funciones y usos.
2017
«La historia de Isla Pedrosa se cae a pedazos«, El Diario Montañés.
«El Gobierno pone vallas al teatro de Isla Pedrosa y aplaza su rehabilitación«, El Diario Montañés.
Enlace
«Isla de Pedrosa, un sanatorio de leyenda junto a Santander«, España fascinante (2020).
Bibliografía
ARAMBURU-ZABALA HIGUERA, Miguel Ángel: «Leonardo Rucabado y la arquitectura española (1875-1918)», Santander, 2016; pp. 308-311.
MADARIAGA DE LA CAMPA, Benito: “Siempre benéfica. Santander y el 98”, en NÁRDIZ URIBARRI, Alfredo, GONZÁLEZ ECHEGARAY, Rafael, y MADARIAGA DE LA CAMPA, Benito: «Santander y la guerra hispano-americana de 1898». Santander, Librería Estvdio, 2014, pp. 49-70.
VÁZQUEZ GONZÁLEZ-QUEVEDO, Francisco: «La Medicina en Cantabria». Santander, 1982, p. 238.
VÁZQUEZ GONZÁLEZ-QUEVEDO, Francisco: «Lazareto de la isla de Pedrosa, 190 años de asistencia sanitaria» Real Academia de Medicina de Cantabria. Santander 2018.