Monasterio de las Claras de San Bernardino de Siena

PATRIMONIO RELIGIOSO, Conventos y monasterios

Información general

Historia:

En 1388 Juan I de Castilla cede el señorío de estas tierras a los Velasco, duques de Frías. Sobre el primitivo castillo y dentro de su recinto amurallado, edificarían estos su palacio, que a mediados del siglo XV acabaría heredando doña María Fernández de Velasco. En 1455 María Fernández cedería la villa de Cuenca de Campos a su sobrino don Pedro Fernández de Velasco, conde de Haro y futuro Condestable de Castilla. Al mismo tiempo, funda un monasterio para monjas clarisas, que ocupará las dependencias del palacio familiar y que se constituye oficialmente el 14 de mayo de 1458. La iglesia se construye en la segunda mitad de dicho siglo XV. El monasterio de San Bernardino de Cuenca de Campos es, por tanto, otro ejemplo de cenobio femenino de clausura asentado sobre un primitivo edificio nobiliario; un caso de mecenazgo característico de la época.
La fundación, bajo el patrocinio de los Fernández de Velasco, se iría enriqueciendo a lo largo de toda la Edad Moderna, sucediéndose numerosas intervenciones tanto en las dependencias conventuales como en la propia iglesia. En el caso concreto del coro, su origen se remonta a las primeras décadas del siglo XVI, fecha en la que se documenta el alfarje plano del sotocoro.
Con motivo de las desamortizaciones y la abolición de los señoríos, el monasterio entraría en un lento pero inexorable declive. En 1925, la Comunidad Autónoma vende la armadura de lazo de la nave mayor del templo a un anticuario palentino por diez mil pesetas. En 1930, Arthur Byne, arquitecto norteamericano afincado en Madrid, adquiere la techumbre del coro alto. Actualmente, parte de la misma se encuentra en la biblioteca del Castillo de Sant Hearts en San Simeon (California), aunque de forma incompleta. Se ha especulado con que los demás restos puedan estar almacenados en los depósitos del Southern Boulevard del Bronx.
En 1967 las monjas clarisas abandonan el complejo, traspasándolo a dos particulares de la región. A partir de este momento empieza a emplearse como almacén de grano, aperos y vehículos agrícolas. Las religiosas, por su parte, se trasladaron al convento de Clarisas de Palencia, llevándose consigo la práctica totalidad de los bienes muebles del monasterio: retablo mayor, imágenes, ajuar litúrgico y los sepulcros del clérigo Diego de Guevara y el de la fundadora, obrado en alabastro. Asimismo, también se desmontó la armadura de la habitación de doña María o «sala de las vistas», situada actualmente en la Sala de los Artesonados del Museo Diocesano de Palencia.
Parte de las dependencias del antiguo monasterio, entre ellas la iglesia y los terrenos anexos, cercados y situados al norte de aquella, son actualmente propiedad de la Fundación Re-habitar.

Descripción:

El complejo consta de dos partes diferenciadas: por un lado, la iglesia conventual, con sus coros alto y bajo y dependencias anexas y, por otro, se encuentra la antigua clausura, organizada en torno a un claustro de planta cuadrangular. El elemento más deteriorado lo constituye la iglesia, edificio de tres naves separadas por pilares y arcos formeros de medio punto, con cabecera de planta cuadrada a levante y coro a los pies, independizado (aunque formando parte de la caja del edificio, en concreto de su nave central) y separado mediante celosía. Se trata de una construcción original del siglo XV, cuyos muros se levantan en tapial sobre zócalos de fábrica de ladrillo; el sistema estructural de pilares y arcos está construido en ladrillo, sobre basamentos de piedra. En origen, la cubierta se componía de armadura de carpintería de par y nudillo. En la actualidad muestra una decoración propia del siglo XVIII, con bóvedas tabicadas y adornos en yeso. La espadaña se localiza en el muro de la Epístola, sobre el acceso lateral que comunica con el compás del monasterio.
La cubierta primitiva estaba constituida por una armadura de carpintería de lazo, en par y nudillo, de mediados del XV, desmontada y vendida en 1925. De ella restan todavía los cuadrales en la cara interna del hastial oeste, así como las ménsulas sobre las que apeaban los tirantes dobles de la estructura. Éstos están embebidos en cargaderos de descarga, ejecutados en ladrillo cerámico sobre los muros de tapial laterales de la nave principal.
En el siglo XVIII se decide actualizar la decoración de todo el templo, incluyendo el coro alto. Se dispone una cornisa moldurada, en yeso, con amplio vuelo, a partir de la cual se tenderán arcos de medio punto que corresponderían con la disposición de las parejas de tirantes de la armadura de carpintería de la cubierta. Entre ellos, bóvedas de arista tabicadas de ladrillo. En la capilla mayor, se construirá una bóveda de media naranja sobre pechinas con las armas de los fundadores. Se revisten asimismo los pilares de separación entre las naves, y el intradós apuntado de los arcos medievales pasa a ser de medio punto.
En diversos paramentos de la nave de la iglesia se conservan pinturas al fresco que simulan arquitecturas fingidas (muro de separación con el coro), mármoles (zócalos de los pilares) o imágenes devocionales (naves laterales).
Mantiene la iglesia el forjado de techo original del coro bajo. Es un alfarje plano, de principios del siglo XVI, con jácenas dispuestas de forma perpendicular al eje de la nave y tablazón intermedia decorada con formas aplantilladas. En ambos coros, alto y bajo, se conservan también los sitiales de madera.

Grado de protección legal:

Grado de Protección Integral. Recogido en la ficha nº 20 del Catálogo de Edificios y Elementos Protegidos de las Normas Urbanísticas Municipales de Cuenca de Campos.

Intervenciones:

Gracias a la iniciativa de la fundación Re-habitar se han acometido diversos trabajos de consolidación y restauración en las cubiertas de la iglesia durante los últimos años.

Estado de conservación:

La fábrica de la iglesia presenta un estado de conservación desigual aunque deficiente en líneas generales. Se advierte un preocupante desplome en el muro de tapial del flanco norte del coro alto, agravado tras el desmontaje de la armadura de cubierta en 1925, cuyos pares realizaban una imprescindible función de atirantado. Dicho desplome se constata con la aparición de grietas y separación de elementos perpendiculares entre sí (arcos y muros de cerramiento).
Por otro lado, la ausencia de una red de drenaje efectiva favorece el encharcamiento superficial y la acumulación de agua, circunstancias que están acabando por afectar a la cimentación y facilitando el ascenso de humedad por capilaridad, perdiéndose tanto la sección resistente de los elementos estructurales como los revocos decorativos.
Diversos sectores del edificio están afectados por goteras. También se han producido colapsos parciales de cubiertas y de viguetas de forjados en dependencias anexas y la pérdida o inexistencia de carpinterías.