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Sanatorio Antituberculoso General Varela

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PATRIMONIO CIVIL, Edificios singulares

Información general

Historia:

En noviembre de 1938, el Ayuntamiento de Quintana del Puente fue informado de la intención de construir un sanatorio antituberculoso en la zona. El proyecto fue encargado al arquitecto Antonio Font de Bedoya, quien desarrolló gran parte de su obra en Palencia y Castilla y León. Entre sus trabajos destacan el pabellón tuberculoso del Hospital Provincial, el balneario de Boñar, el Instituto Provincial de Higiene, los colegios Blanca de Castilla y Santo Ángel en Palencia, así como el cine Ideal de Vallejo de Orbó.

Font de Bedoya colaboró con el Patronato Nacional Antituberculoso, adaptando o construyendo edificios para el tratamiento de la enfermedad, siguiendo los criterios médicos de la época. En el caso del sanatorio de Quintana del Puente, los primeros bocetos y esbozos fueron realizados durante la Guerra Civil Española, pero debido a la escasez de materiales y problemas de abastecimiento, el diseño sufrió múltiples modificaciones. Finalmente, el tercer proyecto fue el definitivo y la construcción comenzó en junio de 1940, finalizando en octubre de 1944.

Según algunos estudios, como el de Juana María Font Arellano, «Font de Bedoya se inspiró en modelos europeos de sanatorios, adaptando las tendencias higienistas a las necesidades locales». El anteproyecto muestra la influencia del arquitecto Rafael Bergamín, particularmente en su diseño para el sanatorio de Los Montalvos en Salamanca. También se han señalado similitudes con el hospital de Kuopio, en Finlandia, obra de Wilenius, que presenta una planta simétrica, un diseño recurrente en los sanatorios de la época debido a las recomendaciones médicas.

En el tercer y definitivo proyecto, el diseño incluyó modificaciones significativas, como la integración de terrazas en la mitad de los vanos de las alas (doce huecos en cada una), siguiendo modelos previos de sanatorios europeos. Además, los trazos transversales del edificio, en forma de triple T, terminaban en formas absidiales. Algunos historiadores sugieren que este diseño pudo estar influenciado por el sanatorio de San Sebastián, construido en 1933 por Urcola y Aguirrebengoa, o incluso por el sanatorio italiano de Forlí, construido en 1934 por el Istituto Nazionale Fascista della Providenza Sociale.

El sanatorio funcionó hasta el descubrimiento de la vacuna contra la tuberculosis, momento en el que quedó en desuso y fue transformado en la Colonia Infantil General Varela. Como señala Juana María Font Arellano, «la reutilización del sanatorio como colonia infantil implicó adaptaciones espaciales significativas, con la creación de nuevas zonas para el esparcimiento y la educación de los niños». Sin embargo, a finales de los años 80, el complejo fue abandonado definitivamente, y como menciona Sánchez Martín, «desde finales de los ochenta, el edificio se irá modificando (ya no por necesidades de uso) sino por el abandono, hasta convertirse en ruina».

Descripción:

El sanatorio se enmarca dentro de la arquitectura hospitalaria del movimiento moderno, con un enfoque funcionalista en el que la disposición del espacio respondía a necesidades médicas e higiénicas. Como señala Juana Font, el arquitecto Font de Bedoya siguió de cerca los criterios de la Segunda República, influenciados por el GATEPAC (Grupo de Arquitectos y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea). El estilo del Sanatorio Antituberculoso General Varela puede considerarse un híbrido entre el racionalismo del movimiento moderno y las tendencias más clásicas de la arquitectura española, que tras la Guerra Civil comenzaron a inclinarse hacia un estilo más historicista.

La fachada principal, diseñada en el tercer proyecto definitivo, sufrió variaciones respecto a los planos de 1940. Se eliminó cualquier tipo de ornamentación, priorizando la captación de luz solar en la zona de helioterapia, esencial para el tratamiento de la tuberculosis. Esta concepción seguía recomendaciones médicas formuladas en Berlín en 1899, que promovían la exposición prolongada al sol como parte de la terapia.

El complejo contaba con un espacio de entrada cubierto por un porche, exigido por el director-médico, ya que no figuraba en los primeros bocetos. En palabras de Sánchez Martín, «su entrada principal se encuentra en el centro de la planta y le antecede un pórtico de estructura metálica revestido con piedra artificial, compuesto por cuatro columnas sobre las que se sitúa una cubierta plana con terraza a la catalana», además de una escalinata curva y doble que conectaba el jardín con la entrada al semisótano y la planta baja.

Las galerías orientadas al mediodía podían abrirse o cerrarse parcialmente según el clima, como estipulaba el movimiento moderno. La disposición del edificio en dirección este-oeste respondía a la necesidad de que los enfermos recibieran la máxima exposición solar. En palabras de Juana María Font Arellano, «la prioridad en el diseño del sanatorio era la orientación solar y la ventilación, elementos clave en la arquitectura sanitaria del momento». Esta solución arquitectónica también se observa en sanatorios célebres como el de Zonnestral (Duiker, 1919) o el de Paimio (Alvar Aalto, 1929).

El complejo incluía varios pabellones adicionales destinados al personal, formando una pequeña ciudad autosuficiente. Entre ellos destacaban la vivienda del médico director, la casa de oficiales y diversas áreas de servicio, que incluían una sala de autopsias, espacios para familiares y zonas de entretenimiento para enfermos.

El arquitecto Font de Bedoya también aplicó criterios estéticos para suavizar la apariencia del sanatorio, eligiendo un tono ocre para las fachadas en lugar del blanco característico del movimiento moderno. Esta decisión, más allá de su función decorativa, respondía a recomendaciones del arte neoclásico, que sugería el uso de colores cálidos por sus cualidades estéticas y psicológicas.

Grado de protección legal:

Sin protección específica

Estado de conservación:

El estado actual del complejo es de ruina. Imágenes satelitales y registros recientes muestran un grave deterioro en los últimos veinte años. Se han perdido cubiertas, elementos estructurales y numerosos espacios. El abandono ha facilitado el expolio, incluyendo el robo de vigas metálicas, que han sido extraídas con radiales. A ello se suma el vandalismo, que ha acelerado el proceso de destrucción. A pesar de su estado crítico, el complejo sigue siendo un referente dentro de la arquitectura hospitalaria racionalista en España y un ejemplo de la influencia de las corrientes higienistas en el diseño de infraestructuras sanitarias del siglo XX.

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Situación

Motivos de inclusión y retirada

Motivos de inclusión:

15 abril, 2025

Riesgo de desaparición total del complejo por su avanzada ruina, vandalismo y expolio.

Noticias y/o bibliografía

2024

Sanatorio de tuberculosos y colonia infantil en Quintana (I). Diario Palentino, 11 de marzo.

Sanatorio y colonia infantil en Quintana del puente (y II). Diario Palentino, 18 de marzo.

Enlaces

Difusión de proyectos. Fundación Antonio Font de Bedoya.

Colonia Infantil General Varela. Lugares perdidos, historias de decadencia y olvido.

Historia. Ayuntamiento de Quintana del Puente.

Bibliografía

Sánchez Martín, S. En una arquitectura de Font de Bedoya. Trabajo de Fin de Grado. Universidad de Valladolid, Escuela Técnica Superior de Arquitectura, 2021.

Font Arellano, J. M. La arquitectura de Antonio Font de Bedoya. Tesis doctoral. Universidad de Valladolid, Escuela Técnica Superior de Arquitectura, 2015.

Font Arellano, J. «Los Sanatorios del Patronato Nacional Antituberculoso. Soluciones constructivas para épocas de crisis». En Actas del Séptimo Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Santiago 26-29 octubre 2011. Madrid, 2011.


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