Casa de Don Juan Cosme de Albo

PATRIMONIO CIVIL, Edificios singulares

Información general

Historia:

Construida en 1723 por los maestros Pedro de Toca Anto y su hijo Pedro de Toca Solórzano. La casa fue promovida para uso residencial por D. Juan Cosme de Albo, de quien toma su nombre.

Está enclavada en el barrio  del Río, cerca del camino de san Miguel. Fue construida junto al arroyo Borrico y el acceso se realizaba a través de un pequeño puente de piedra, que salvaba el cauce y que ha sido derribado en 2010.

Descripción:

Conjunto arquitectónico formado por la casa solariega montañesa, el puente, el crucero con el escudo de armas y los muros de mampostería que delimitan el conjunto.

Se trata de una casona de dos plantas separadas entre sí por una imposta rebajada. La fachada principal consta, entre otras cosas, de una portada en falso dintel, un magnífico balcón de hierro y el escudo de armas.

El puente, del siglo XVIII, se integraba por un arco de medio punto, con rasante en forma de lomo de asno. Fue derribado en 2010 con el beneplácito de Ayuntamiento y autoridades culturales autonómicas.

Grado de protección legal:

A nivel autonómico o regional carece de protección. A nivel municipal, le afecta la protección genérica de las Normas Subsidiarias de Limpias, que prevén que todo edificio de más de 50 años de antigüedad se considera de interés.

Intervenciones:

2010: Ante la pasividad de las autoridades municipales y autonómicas, el puente de piedra ha sido derribado en agosto de ese año, para encauzar las aguas de Arroyo Borrico y construir en la parcela aledaña, una promoción de viviendas.

2009: Se instó ante la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria la declaración de este edifico como Bien de Interés Local pero ha sido denegada (BOC nº 199, de 16 de octubre de 2009) con el argumento de que la Casa de Albo no era representativa de ningún aspecto destacado de la cultura de Cantabria y no se podía encuadrar en ninguna corriente artística.

Estado de conservación:

Buen estado de conservación de las fachadas exteriores. Ignoramos la situación del interior. Sin embargo, la falta de mantenimiento en los elementos arquitectónicos, cubiertos en mayor o menor medida de vegetación, hace temer por su conservación.