Esta antigua construcción se ubica en el barrio de Santa Ana, antiguo arrabal hispano-visigodo y musulmán fundado en los siglos XII-XIII. En él conviven extensas huertas, antiguas viviendas de tradición morisca y amplias casas solariegas de repobladores castellanos.
Actualmente es uno de los barrios más degradados de Guadix. El barrio se convirtió, una vez tomado por los castellanos en el siglo XVI, en morería y hogar de la aristocracia morisca colaboracionista. Sus miembros, gracias a las propiedades otorgadas por los castellanos y a estratégicas políticas matrimoniales, acabaron construyendo suntuosas edificaciones y convirtiéndose en grandes hacendados. Este fue el caso de la familia Martínez Carrasco, regidores por varias generaciones de la ciudad y descendientes de las familias López Benajara (moriscos) y López Maldonado (hidalgos). Esta tuvo su residencia en lo que queda del inmueble situado en la C/Carrasco n. 14. Lo que fue un modesto caserío morisco adquirido por Diego López Benajara acabó transformándose a lo largo de los siglos XVII-XVIII en una tipología cercana a las casas solariegas de los repobladores.
Este lugar, constituye un enclave de especial interés histórico, artístico, etnológico y paisajístico que lo llevó a ser catalogado en 2019 dentro del Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Conjunto Histórico de la ciudad. No obstante, el inmueble ya se encontraba en un avanzado estado de ruina y había sido sometido al intenso expolio de sus elementos artísticos más significativos. En 2020 se procedió a su demolición, lo que supuso la pérdida casi total de la construcción.
La casa principal, de sistema constructivo tradicional musulmán, servía de eje comunicador entre la vivienda propiamente dicha y el resto de los añadidos, organizándose en torno a un patio porticado sustentado por estilizadas columnas de mármol de estilo italiano y capiteles diferentes. Estas sujetaban además ricos alfarjes mudéjares de interesante decoración pictórica sustentados por espléndidas zapatas antropomórficas.
Al primer piso, sustentado por pies derechos y ricas zapatas de tradición gótico-mudéjar, se accedía mediante unas escaleras que desembocaban en un pasillo con amplias estancias a su alrededor. En muchas de ellas se conservaban grandes chimeneas y la solería original. Destaca un amplio balcón que, a modo de logia adintelada con zapatas, se abría hacia la huerta y permitía contemplar hitos urbanísticos como la Alcazaba, la Catedral, la Iglesia de Santiago o el Palacio de Peñaflor. La parte trasera de la misma es un espacio de huerta que antaño constituyó una importante explotación agraria cuyas necesidades condicionaron la construcción del conjunto de edificaciones que se fueron adosando al inmueble original. Este espacio conocido como Huerta de Carrasco permite contemplar desde ella el casco histórico de Guadix.
El inmueble contaba con una importante muestra de carpintería mudéjar, así como notables puertas, ventanas y rejerías de época. Éste se coronaba mediante un cuerpo abuhardillado que se abría al exterior a través de amplios óculos y en cuyo interior había un interesante grafito histórico realizado por doña Isabel de Molina y Bocanegra, quien lo habitó a mediados del siglo XVII.
Catalogado dentro del Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Conjunto Histórico de la ciudad (2019)
A día de hoy, solo quedan algunos restos dispersos y totalmente descontextualizados con respecto a su ubicación y función originaria. La demolición afectó tanto a los cuerpos añadidos, reducidos a escombros en la actualidad, como al cuerpo abuhardillado y el segundo piso del inmueble principal, perdiéndose con ellos valiosos elementos como la solería, carpintería, artesonados y rejería. Del nivel inferior, solo quedan en pie algunas estancias como el zaguán o un salón, ambos decorados con alfarjes policromados y el perímetro del pequeño patio central, en el que aún quedan algunas de las zapatas antropomórficas. No obstante, tanto estas como los artesonados (con decoración geométrica y vegetal) se hallan en serio peligro, mostrando un avanzado estado de deterioro y podredumbre tras años de abandono y exposición a los agentes atmosféricos. De las columnas de mármol que aquí se encontraban, únicamente queda el fuste truncado de una de ellas. Algunos elementos originales de la casa, como puertas y rejerías, están desperdigadas por la huerta. Así mismo tanto la huerta como sus infraestructuras hidráulicas asociadas, se encuentran en peligro.
Es necesario intervenir para conservar los pocos elementos histórico-artísticos más relevantes que quedan, así como los valores patrimoniales asociados al mismo y su huerta.
Bibliografía
Amezcua Pérez, M. Patrimonio en peligro de la ciudad de Guadix. Universidad de Granada, 2021.