El Castillo de Castellanos, también conocido como de Mohedano o de Moheda, sigue irguiéndose en su ruina en plena Sierra de San Pedro, junto al pico Morrón de Estena o Sierra de Estena, dentro del término municipal de Cáceres, en el extremo más meridional y fronterizo con la provincia pacense de los territorios de la otrora villa, con la que mantuvo el castillo directa relación histórica, formando parte del grupo de castillos y casas-fuertes que poblaron el sur de la urbe en defensa de las fincas, dehesas y cotos que surgieron tras la reconquista cristiana definitiva del lugar en el siglo XIII. Fueron estos territorios donados como recompensa real a la familia Valverde, en agradecimiento a la labor ejecutada por los mismos durante el asedio a la ciudad que puso fin al dominio andalusí sobre la misma.
El arroyo que discurría a sus pies se denominó del Castillo, pero también como de la Alcazaba, por lo que pudiera pensarse en la posibilidad de la existencia de una previa alcazaba musulmana de la que naciese el castillo cristiano, defensiva de la sierra y de las cercanas localidades de Cordobilla de Lácara y Carmonita, fundadas en el siglo IX por colonos andalusíes cordobeses y carmonenses respectivamente. A comienzos del siglo XV sin embargo se afianza el monumento en manos del Mariscal García González de Herrera, que lo había recibido a través de vínculos matrimoniales, disponiendo de éste y otros muchos castillos y señoríos en la región. En 1.477 pasará a ser propiedad del Maestre de Santiago, Orden Militar que gobernaba la ciudad de Mérida así como las aldeas dependientes de la misma, entre las que se encontraba la cercana al castillo Cordobilla de Lácara.
El castillo, de tipo roquero por asentarse el núcleo del que parte sobre un afloramiento rocoso, se divide en dos zonas, correspondiendo la primitiva y principal a la torre ocupada por las estancias señoriales que se ubicó, en la zona más septentrional, sobre la propia roca, abriéndose un alto desnivel a los pies norteños de la misma. Una suave loma, sin embargo, se expandía al sur de la inicial construcción, por lo que, en el siglo XV, se amplía el inmueble dotándolo de un recinto amurallado rectangular que adelantase las estancias primeras protegiéndolo en la zona meridional donde las defensas naturales no existían.
A los muros, de fuerte mampostería y sillarejo con ligera añadidura de ladrillo, se le añadieron tres cubos cilíndricos, repartidos entre las dos esquinas del muro más sureño, y el punto central del mismo. Los cubos, así como los lienzos del castillo, contaron con diversas troneras y aspilleras, algunas de ellas rematadas en orbe granítica en su parte inferior, mientras que la totalidad del castillo estuvo rodeada de adarves y posible almenado, hoy desaparecidos.
BIC
Monumento en completo abandono y ruina. Los muros circundantes del segundo cuerpo se mantienen en pie, marcándose algunas grietas en los mismos y observándose desprendimientos, habiendo los cubos defensivos perdido la techumbre, quedando en mal estado el adarve y habiendo desaparecido el posible almenado así como alguna de las aspilleras inscritas en los lienzos. El cuerpo primitivo, o estancias residenciales, ha sufrido derrumbes, no conservándose la techumbre del mismo. La vegetación inunda el interior de todo el castillo, principalmente en el patio que centra el cuerpo segundo, creciendo algunos árboles con las raíces engarzadas en la propia mampostería del monumento; la portada de acceso al inmueble ha desaparecido.
Gran deterioro y posible desaparición paulatina del monumento a través de las inclemencias del tiempo y la acción devastadora de la vegetación; gran riesgo de desplomes del material pétreo de composición y derrumbes de muros ya agrietados; desprotección frente al expolio.