Los señores del castillo de Soto usaban estas torres para controlar sus intereses en la zona, normalmente se trataba de explotaciones agropecuarias.
El primer propietario del que se tienen datos escritos es Pedro Díaz de Aller en 1100, que lo consiguió haciendo homenaje de fidelidad a los reyes. Por lo que se puede afirmar que al menos en el siglo XI ya se había construido, si bien pudiera ser que ya existiera un castillo allí desde mucho antes, hay quien sostiene que incluso desde la guerra asturcántabras. Pedro Díaz era alcalde y caballero principal de Aller. Hijo del conde de Oviedo, Diego Rodríguez, padre de Gontrodo Petri, y hermano de Jimena, quien se casó con Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador.
En el castillo tuvo un romance el rey Alfonso VII y Gontrodo del que nació Doña Urraca la Asturiana, quien llegó a ser dos veces reina, una por matrimonio con el rey de Navarra y otra por voluntad de su padre. De ella se dice que solía cabalgar hasta un lago del puerto de San Isidro tan a menudo que nunca estaba en casa cuando alguien la venía a visitar y a todo el que venía buscándola se le decía que estaba ausente, en su honor el lago se llama hoy el lago Ausente.
Otros moradores fueron los Díaz Belascori. A partir del siglo XIV hasta bien entrado el XX los dueños fueron los Bernaldo de Quirós.
En torno al castillo se creó primero la célula parroquial con sus cofradías que unieron a los vecinos para defender sus derechos, dando lugar después a la célula administrativa de lo que sería el concejo de Aller. En el siglo XIV había un régimen de señorío de los Bernaldo de Quirós que tenían el derecho a presentar la mitad de la parroquia, la otra mitad era de los vecinos y esto se mantuvo hasta el siglo XVIII. En 1743 los hermanos Bernaldo de Quirós Mariño de Lobera, José Manuel (tercer Marqués de Camposagrado) y Juan Manuel se dividían la mitad del beneficio curado y del simple, las mitades restantes correspondían a los vecinos.
En 1585 (el 13 de diciembre) Sebastián Bernaldo de Quirós El Viejo fundó para su nieto Francisco (hijo de su fallecido primogénito) el mayorazgo de Lena y Aller que incluía las casas y torres de Pola de Lena y Soto de Aller. El segundo poseedor de dicho mayorazgo fue el nieto de este, Felipe Bernaldo de Quirós Benavides (1624-1699), de él pasó a su hijo Sebastián Bernaldo de Quirós, muerto en 1734, después a su hermano Álvaro Bernaldo de Quirós Benavides, por pocos meses ya que murió también en 1734. Lo sucedió su hijo José Manuel Bernaldo de Quirós Benavides y a este su hijo Tomás Francisco (1721-1792). El séptimo poseedor fue su único hijo Antonio Vicente Bernaldo de Quirós Benavides. Su hijo Francisco Antonio José María Bernaldo de Quirós Benavides y Bermúdez (1793-1861) fue el octavo y último, después el mayorazgo se suprimió por las leyes de desamortización. Sin embargo, la torre siguió siendo una posesión de la familia porque años después un bisnieto de Francisco la reconstruyó (sin cuidado ni fidelidad a la original torre medieval), Augusto J. Díaz-Ordóñez y Bernaldo de Quirós (1888-1962), conde de San Antolín de Sotillo a principios del siglo XX.
Era también de los Bernaldo de Quirós y Benavides de Lena la capilla de San Miguel que se construyó al lado del castillo. Aunque hoy no se conserva nada, Bellmunt y Canella hacían referencia a ella en 1900 como «una antiquísima capilla consagrada a San Miguel» unida a los vetustos muros de la torre. Jesús Díaz Díaz y su familia, fueron los últimos que vivieron en la casa adyacente. Durante generaciones su familia se ocupó del cuidado de la casa y así siguió siendo hasta que en los años 90 se vieron obligados a abandonarla porque declararon el edificio en ruinas.
La torre que queda en pie parece ser sólo una parte más, la más vistosa, de un castillo nobiliario del siglo XI que tenía sus patios de armas y de servicios. Probablemente se usaba como soporte de los pendones y estandartes de los dueños, era la torre homenaje. Está coronada por almenas cuadradas al igual que la muralla que se conserva.
Era una construcción de carácter defensivo ante las invasiones extranjeras que pudieran venir por el puerto de San Isidro. Se dice que desde aquí salieron tropas cristianas en la época de la Reconquista.
A lo largo de la historia fueron numerosas las obras que se llevaron a cabo, en algunos casos para ampliarla y en otros como consecuencia de derrumbes. Esto se aprecia en los muros y en las ventanas, las más antiguas son más toscas, mientras que las recientes son más precisas y cuidadas estéticamente, se encuentran también diferencias en la orientación de unas respecto a las otras. Con estas reformas nunca se cambiaron los cimientos que era donde verdaderamente estaban los problemas.
Es la única torre asturiana de planta mixta (cuadrada y circular) de la que se tiene constancia. Es cuadrangular por su parte sur y circular por el resto, o sea en forma de D. Posiblemente se aprovechó una estructura previa en forma de D pero también cabe la posibilidad de que fuera circular en sus orígenes. La parte recta se asienta en un crestón rocoso lo que le da más solidez, mientras que la curva lo hace en una terraza poco compacta y con una zanja de cimentación poco profunda, de ahí que esta parte se desplomara en varias ocasiones, llegando incluso a ocultar totalmente la primera planta.
Fue una construcción de tres pisos hecha en mampostería (piedras unidas con argamasa de cal) y con sillares en vanos y esquinas. Medía unos 9,20 metros de lado y sus muros tenían un grosor de 1,05 metros que se ve un poco rebajado en el muro interior a partir del entarimado del segundo piso.
Primera planta: el suelo de tierra apisonada de sus orígenes no se cambió con las reformas sucesivas. Fue probablemente una especie de almacén, bodega o incluso cárcel que comunicaba con el segundo piso por una pequeña escalera interior. Tenía una saetera en su muro curvo. En la solera interior había un canalillo que desaguaba bajo la puerta principal.
Segunda planta: tiene la única puerta de acceso (en la cara sur para protegerse de los fuertes vientos). Parece que primitivamente tenía una chimenea visto que tiene un rebaje de forma vertical, estrecho y poco profundo en la fachada. Desde este piso se accedía tanto al inferior como al superior aunque por lados distintos con sendas escaleras de madera. Sería una especie de sala de recepción.
Tercera planta: es donde los moradores pasarían la mayor parte de la jornada. Es la parte más residencial.
Posiblemente las plantas se separaban entre sí con entablado de madera y en cada piso las dependencias estaban diferenciadas por pequeños tabiques de los que no queda nada.
Además de la piedra para los exteriores, la madera era el material más usado para la construcción de la torre, se usaba para entablados, armaduras, escaleras, puertas, contraventanas, muebles y demás. Hay constancia de su uso por los restos de carbón vegetal y vigas quemadas que se encontraron en la excavación llevada a cabo entre el 3 de noviembre de 1989 y el 10 de febrero de 1990. De hecho parece que antes de construir la torre existía una estructura de madera. Los incendios y la humedad acabaron con ello.
La teja para cubrir el armazón de la techumbre suele ser curva en este tipo de torres, en Soto concretamente se encontró la teja de lima hoya.
También se halló hierro en forma de clavos de forja, así como cerámica, vidrio y restos óseos.
Aparecieron entre todo ello 3 monedas de diferentes épocas, una de Fernando IV (que reinó desde 1295 hasta 1312), una de Juan II (1406-1454) y una última de Carlos III (1759-1788).
Era de planta compuesta al igual que la original , pero ahora, quedando en pie sólo la parte recta, da la falsa impresión de que fuera cuadrada. Sin embargo, lo que se desprende del estudio de los cimientos es que la original era en forma de D o como mucho circular pero nunca fue cuadrada.
Estos estudios arqueológicos y de prospección electro-magnética descubrieron un primer piso totalmente enterrado bajo los escombros de los diferentes derrumbes que se produjeron en la torre, lo que desconocemos es si cuando se hizo la última reconstrucción aún existía o ya estaba cubierto. En el caso de que aún existiera hicieron una torre mayor que la anterior con cuatro pisos y la puerta seguiría en el segundo piso, si ya estaba bajo los escombros entonces era de tres pisos como la original pero obviamente estaba más alta y con la puerta en el primer piso.
BIC
La mayor parte de la torre que vemos hoy es fruto de la reconstrucción que hizo el conde de San Antolín de Sotillo a principios del siglo XX.
Actualmente se conserva parte del muro almenado que circunda el conjunto, la pared completa del lado sur de la torre y parcialmente las del este y oeste. Los vanos del muro oriental son originales, así como la puerta que hay, el resto pertenece a alguna de las reformas posteriores.
La torre de Soto de Aller ha sido consolidada. El grupo municipal IU Aller ha impulsado la recuperación del castillo y su entorno junto con el Ayuntamiento y con el apoyo del Principado.
Ruina
2022
Aller solicitará que la torre de Soto salga de la «lista roja» del patrimonio en peligro. La Nueva España, 29 de septiembre
La intervención en la torre de Soto en Aller prevé restituir parte de los sillares. El Comercio, 8 de enero
2018
Los vecinos de Soto de Aller denuncian el «abandono» de sus edificios históricos, La Nueva España, 1 de mayo.
2017
Cultura y el Ayuntamiento de Aller inician el trámite para salvar la Torre de Soto, El Comercio, 22 de noviembre.
Aller rehabilitará la torre de Soto y repercutirá el coste a los propietarios, La Nueva España, 25 de marzo.