En el flanco meridional del pueblo, existía una antigua ermita bajo la advocación de Santiago, junto a uno de los dos hospitales con que contaba la villa alcanzada la Edad Moderna, fundado por la familia Alvarado. Diego de Alvarado cederá en 1562 los terrenos para la construcción de un convento. En 1564 llegarán los primeros frailes al lugar, fundándose junto a la antigua ermita de Santiago el Convento franciscano homónimo, orientado no sólo a la vida monacal, sino principalmente a la educación en el arte y la ciencia gracias al Colegio de Artes que allí se ubicó. Contaba el cenobio no sólo con convento y escuela, sino también con huertas e iglesia, guardando ésta una preciada imagen de la Inmaculada Concepción, dándose culto además a Nuestra Señora del Rosario, a San Francisco y al Cristo de los Desamparados. Las tropas napoleónicas, a su paso por la población, atravesada antaño por el Camino Real de Madrid a Badajoz, destrozaron el convento, de tal manera que, una vez terminada la contienda, dieron aviso los frailes de la imposibilidad de seguir impartiendo clases en la malograda Escuela y Colegio de Artes. Sin embargo, el abandono y ruina definitiva del monumento llegará en 1835 de manos de la exclaustración forzosa y desamortización ideadas por Mendizábal, quedando únicamente en pie en la actualidad restos de su iglesia.
Los restos quedan concentrados en el muro de la epístola, posible lienzo de separación de naves, y el que está considerado ábside de la misma, coronado éste por cúpula de media naranja y sostenida por hasta tres series de lunetos, construida laboriosamente a base de ladrillo conjugado con mampostería, y estucada interiormente, con escasos restos de esgrafiado. El uso del ladrillo en estos arcos y cúpula, así como el mismo diseño de la misma podría vincularse con el arte mudéjar, cuyo máximo exponente en la localidad se encontraría en las portadas de la Iglesia Parroquial de la Asunción, construida a finales del siglo XV. Habría que añadir en apoyo a esta idea la aparición, tras los restos de estucado, posiblemente posteriores a la construcción del bien, del lineado de ladrillos y friso de figuras circulares realizadas con el mismo material que rodean el exterior del vano abierto en el trasfondo del ábside, coronado por lo que también pudieron ser arcos enladrillados. De ladrillo también se formarán los arcos que daban acceso al templo, o que servían de paso entre las naves del mismo, sobreviviendo dos de ellos en el muro oriental restante, así como el arranque de otros dos trasversales a las naves derecha y principal, respectivamente, este último frente al que supuestamente fue altar mayor.
Sin protección específica
Monumento en total ruina y completo abandono; las dependencias conventuales han desaparecido por completo, conservándose las ruinas de su iglesia o capilla en deficiente estado, manteniéndose únicamente en pie parte de lo que pudo ser su ábside, y restos de su muro de la epístola, o lienzo de separación entre las naves principal y derecha; la cúpula del ábside se conserva incompleta, convertida en sustento de algunas chumberas, mientras que su rededor, así como los alrededores del muro restante, se presentan engullidos entre escombros del propio monumento, vegetación, basura y desperdicios originados por la explotación agropecuaria donde ha quedado incluida, tapando los arranques de los lienzos que sobreviven y casi por completo uno de los dos arcos conservados en el muro restante, así como los suelos del ábside.
Deterioro y posible desaparición paulatina del monumento a causa de las inclemencias del tiempo, de la acción devastadora de la vegetación y, fundamentalmente, del mal uso dado al mismo, utilizado como vertedero; riesgo de derrumbe de la cúpula del ábside, y del arco mayor de los dos conservados en el muro restante.
2017
Las excavaciones del convento franciscano en las II Jornadas de Historia de Lobón. Crónicas de un pueblo, 16 de marzo.