Mandado construir en 1670 por Joaquín Chaves de Mendoza, Señor de Santa Cruz de la Sierra y III Conde de Santa Cruz, el convento de San Joaquín albergó a la Orden de los Agustinos Recoletos.
Tras la publicación de la Real Orden de Exclaustración Eclesiástica de 1.835, los frailes tuvieron que abandonar el convento, aprovechando los vecinos las revueltas de la primera Guerra Carlista para destruirlo. Se mantiene desde entonces el convento en ruinas, sirviendo el templo como almacén o cuadra para el ganado.
El templo, de estilo barroco, es de planta de cruz latina, rematado el crucero con cúpula semiesférica sobre pechinas. En la portada, único acceso actual al mismo, un arco con dovelas ligeramente almohadilladas se remata con una hornacina, y ésta a su vez con una cruz latina, enmarcado entre los blasones de los Chaves de Mendoza. En el interior se conserva un supuesto pozo milagroso, hoy cegado, que daba fama al lugar antes de la llegada de los agustinos. Diversas pinturas murales aparecen por toda la iglesia, principalmente sobre el coro, donde coloridos frescos representan diversos músicos junto a San Agustín de Hipona. Bajo los lunetos de las bóvedas de cañón a los pies del templo, varios personajes aparecen en medallones, con motivos vegetales alrededor. En otras zonas se conservan diferentes pinturas murales, como angelotes, en peor estado.
Sin protección específica
Convento en ruinas. Iglesia conservada en su estructura, con frescos en algunas zonas.
Deterioro progresivo por abandono. Derrumbe de la cubierta de la iglesia y cúpula de la misma. Derrumbe total de los muros del convento.