La tumba megalítica colectiva de los Zumacales, del tipo llamado «redondil», demuestra que, ya en el primer Neolítico, el hombre dejó de ser cazador y recolector para dedicarse a la agricultura. Levantaron este sepulcro aproximadamente entre el 4200 y 3000 a.C. apostando definitivamente por una arquitectura monumental destinada a usos funerarios. Tiene dos hechos diferenciadores: su escasez en la zona y haberse construido en un lugar donde no abundaba la piedra adecuada. Se descubrió hacia los años sesenta del siglo pasado cuando una máquina excavadora de la Concentración Parcelaria removió sus piedras para arrastrarlas a la ladera y quitarlas de la zona cultivable, sin saber que se trataba de un sepulcro megalítico. Ha sido objeto de campañas de excavación en los años 1982, 1989 y 1990, a través de las cuales se ha podido documentar tanto su secuencia de uso como sus características constructivas y los elementos materiales implicados en los rituales funerarios celebrados en él. En el interior de la tumba, se encontró todo un calavernario de huesos inconexos –excepto tres inhumaciones en correcta conexión anatómica– acompañados de una suerte de ajuares funerarios consistentes en útiles de piedra tallada, hachas pulimentadas –las piedras de rayo–, punzones y espátulas de hueso, cuentas de collar y algún que otro fragmento cerámico. Allí se encontraron también los restos de 18 adultos y de 4 niños, dos de 15 años y otros dos de 10 y de 5.
Las evidencias documentadas durante la excavación arqueológica dan cuenta de los restos de un sepulcro de piedra caliza de tamaño medio con cámara circular de 6,5 metros de diámetro a la que se accedía por un pasillo o corredor. La diferencia respecto al clásico dolmen de piedras hincadas verticalmente –como ocurre en la zona de La Lora burgalesa- es que las piedras que conforman la cámara mortuoria de Los Zumacales reposan tumbadas sobre sus lados mayores, lo que hace suponer que el resto del paramento hoy desaparecido se debía de componer de hiladas de piedra o de tapial pintadas en rojo. La cámara contenía en su interior un osario colectivo y una colección de ofrendas “megalíticas”.
En mayo de 1983 fue incoado expediente BIC que aún no ha sido resuelto.
En 2016 la Consejería de Cultura y Turismo ha invertido en la tumba megalítica 62.274 euros que han permitido mejorar los accesos hasta el yacimiento, colocando señales informativas y didácticas para los visitantes, junto a los trabajos en el propio túmulo prehistórico, consistentes en la limpieza del yacimiento y labores encaminadas a su buena conservación, tales como una delimitación precisa del monumento. Además, se han restituido a su lugar original los bloques calizos desplazados en 1981 y se ha procedido a la reconstrucción de la cámara del dolmen y la restitución volumétrica del túmulo con las piezas procedentes del propio yacimiento, de modo que se recupera la imagen documentada en los años 80. En consecuencia, se retira de la Lista Roja.
Excavado en los años 1982, 1989 y 1990.
La Consejería de Cultura y Turismo ha invertido en la tumba megalítica 62.274 euros para mejora de accesos , colocación de señales informativas y didácticas para los visitantes, y trabajos de limpieza del yacimiento encaminados a su buena conservación.
Mayor dispersión de las piedras. Expolio. Vandalismo.
2016
El sepulcro megalítico de ‘Los Zumacales’ será visitable gracias al acuerdo entre Junta y Ayuntamiento de Simancas. La Información.com, 4 de octubre.
2014
El sepulcro abandonado. El Norte de Castilla, 11 de agosto.
Enlaces
La tumba megalítica de los Zumacales. Simancas genealogiaantatorio.blogspot
Bibliografía
VV.AA. Los sepulcros colectivos del Duero Medio y las Loras y su conexión con el foco riojano. El megalitismo en la Península Ibérica, Ministerio de Cultura, Madrid, 1987.
Delibes, G.“Prehistoria y protohistoria”, en Museo de Valladolid, Colección Guías Museos Provinciales, Junta de Castilla y León, 1997.
VV.AA. La Prehistoria. Biblioteca Básica de Valladolid. Diputación de Valladolid, 2007.