Este singular edificio recibe varios nombres: Palomar de los Ruiz, Casetón Redondo en Castelserás y lo Redondo en Torrevelilla. Existen varias teorías sobre su construcción. Para unos, es una torre circular del terrateniente para controlar el trabajo de los jornaleros a través de los óculos que recorren el edificio. Para otros era una torre utilizada para cazar. Una de las teorías indican que se trata de una torre carlista, ya que la tercera guerra carlista (1872-1876) tuvo gran virulencia en esta zona. Castelserás fue tomada por los carlistas como campamento base para atacar Alcañiz y la población sufrió los desmanes de la tropa y los gastos de su estancia. La iglesia parroquial fue quemada y parte de su torre derribada. El ayuntamiento del pueblo cercano de Torrevelilla, que se independizó de Castelserás en 1770, se convirtió en un fortín carlista. También se construyeron torres de telegrafía óptica en Alcañiz, Caspe, Chiprana, Valdealgorfa y Ráfales. Según esta teoría, al acabar la guerra carlista el Casetón Redondo fue abandonado y el dueño del terreno lo convirtió en un palomar.
La realidad es mucho más sencilla según la información proporcionada por doña Pilar Insa Ramia. A comienzos del siglo XX, no había trabajo para los jornaleros de la zona y el hambre amenazaba a la población. El dueño de la finca mandó construir esta torre para que los trabajadores tuviesen un jornal. Don Julián Querol Faci, que nació en 1903, recordaba que fue a trabajar a la torre para reconstruirla cuando tenía 14 años. Puede que la crisis económica se debiera a la gran mortalidad de la gripe española que se extendió desde febrero de 1918 hasta abril de 1920 y causó en torno a 10.000 o 12.000 muertos.
No se puede datar con exactitud este edificio, ya que no hay documentación escrita. Se podría llegar a la conclusión de que se construyó a principios del siglo XX o finales del XIX y que se arregló durante la epidemia de la gripe española para que los jornaleros tuviesen un salario durante la crisis.
La torre se encuentra en un páramo rodeado de aliagas, carrascas y tomillos. Es de planta circular, siendo uno de los pocos palomares circulares que hay en Aragón. Tiene dos alturas, lo que le da aspecto de tambor. Está construido con mampostería de muy diversos tamaños unida con cal y revocado con yeso. Los muros del primer piso son más anchos que los del segundo, lo que genera un escalón que se utilizó para colocar las vigas a modo de radios que al otro extremo se apoyaban en un pilar de mampostería central que llegaba hasta el techo del primer piso. De la techumbre no se ha conservado nada.
La planta primera se utilizaba para guardar aperos y los huecos en las paredes podrían utilizarse como lugar de almacenamiento. Se conserva las marcas de la campana de un hogar de fuego bajo típico de la zona. A la segunda planta se asciende por una escalera exterior helicoidal pegada al muro construida en mampostería. Esta planta se utilizaba como palomar. La ventilación y la iluminación en la planta baja se realiza a través de pequeños óculos que recorren la pared y que en el palomar aumentan de tamaño.
La torre no tiene la fisonomía de las torres de telegrafía óptica carlista de planta ligeramente rectangular de tres alturas terminadas en almenas y con ventanas en aspillera. En Alcañiz había tres torres: la Torre de Gordizo, la Torre del Castillo (se añadió un cuerpo superior al torreón medieval) y la Torre de Campamento. La Torre de Gordizo pasaba las señales a la Torre de Salamanca en Caspe y ésta se comunicaba con la Torre del Mocatero en Chiprana. Las señales que partían desde la Torre del Castillo de Alcañiz pasaban a la Torre Gorrizo, Torre de Campamento, Torre del Valdealgorfa, Torre Valdeluna en Ráfales, Torre de la Pobleta y Torre de Morella, ambas en Castellón. No hay ninguna información de que las señales visuales pasasen por la torre de Castelserás. Tampoco es un fortín carlista como el Tambor de Sástago por su pequeño tamaño y falta de muralla.
Sin protección específica
El edificio está muy deteriorado debido a la falta de tejado. El techo de la primera planta ha desaparecido totalmente al igual que el dintel de la puerta principal. Una gran grieta amenaza la estructura. No ha sufrido actos de vandalización.
Esta torre tambor es uno de los pocos ejemplares de palomar de planta circular de Aragón. El patrimonio, a parte de ser una fuente de riqueza para la población, también es una seña de identidad del territorio que lo define. Incluso, como es el caso de este extraño edificio, la población de Torrevelilla y Castelserás siente gran cariño y fascinación por él, generando leyendas sobre su origen entre las guerras carlistas y la epidemia de la gripe española.