Situada en las cercanías de la población sobre un montículo, a la entrada del pueblo viniendo desde La Jana. Se trata de un ejemplo de la arquitectura ilustrada barroca valenciana del siglo XVIII.
Está construida en mampostería y piedras angulares. Consta de fachada de sillería a los pies con portada adintelada. No contiene ni torre ni espadaña. Su cubierta exterior está formada por una cúpula central en forma poligonal y su ábside exterior es poligonal. La decoración interior es de recubrimiento de yeso y pintado. En su interior, la cúpula descansa sobre unas pechinas y tambor sobre pilares de tres caras con capiteles corintios. Están todas ellas rematadas por capiteles de una gran belleza, y tanto en las pilastras como en los muros todavía se conservan las pinturas y esgrafiados que decoraban el calvario. Conserva un valioso retablo típicamente barroco, con influencias italianizantes, con atributos de la Pasión enmarcados por rocallas. Sus juegos curvilíneos, de luces y sombras, con numerosa decoración, tanto de rocallas como una rica iconografía en bajorrelieve, hacen de él uno de los mejores retablos de la zona.
Bien de Interés Local con la categoría de Monumento.
Arruinándose por abandono. Parte de la cúpula y de un muro se han hundido. El exterior de la cúpula presenta una grieta de grandes dimensiones. Sigue sin ser restaurada y se están produciendo continuos desprendimientos interiores y exteriores.
Se ha consolidado estructuralmente el edificio lo que evita la entrada de agua a través de las cubiertas y por consiguiente el deterioro de las fábricas y de los acabados interiores. El Ayuntamiento de Canet lo Roig sigue trabajando para la recuperación del interior del edificio.
Progresivo y grave deterioro. Vandalismo. Pintadas.
2021
Canet reforma su ermita del Calvario para salir de la ‘lista roja’. El Periódico Mediterráneo, 9 de noviembre
2019
El obispado cede a Canet la ermita del calvario para su restauración. Levante. El mercantil Valenciano. 14 de febrero.
2016
Una iglesia convertida en un peligro público. El Mundo, 13 de febrero