La Huerta de la Mariana es la última huerta tradicional de la Vega de Granada que aún se conserva dentro del casco urbano. Su existencia está documentada desde 1864, año en el que aparece ya inscrita en el Registro de la Propiedad. En esa inscripción se describía como dividida en tablas de regadío, “poblados los márgenes de las tablas en que se divide para su mejor cultivo de toda clase de frutales”, lo que demuestra su función agrícola histórica y su organización típica de las huertas de la Vega.
Desde 1908 ha pertenecido a la familia del escritor granadino Felipe Romero Olmedo (1929–1998), autor de la novela El segundo hijo del mercader de sedas, en la que evocó las tradiciones agrícolas y la convivencia en el Reino de Granada de las culturas cristiana, musulmana y judía. La calle adyacente a la Huerta de la Mariana lleva su nombre, como reconocimiento por parte del Excmo. Ayuntamiento de Granada a su figura literaria y a la vinculación de la finca con su familia.
Durante el siglo XX, mientras la ciudad crecía de forma acelerada, la Huerta de la Mariana permaneció como un vestigio del paisaje agrario original que rodeaba Granada, manteniendo sus cultivos tradicionales y el carácter rural de su arquitectura.
En 1989, la Huerta de la Mariana fue incluida en el Plan Especial de Protección de la Vega, aprobado por el Excmo. Ayuntamiento de Granada (*Expediente 1243/1989, Servicio de Obras Públicas y Urbanismo), lo que reconocía oficialmente su valor histórico y patrimonial, (Índice, Polígono 8, Huerta de la Mariana). Sin embargo, años más tarde esta protección fue retirada de manera inexplicable. En la actualidad, la finca no cuenta con ninguna figura de protección efectiva (ni BIC, ni BIP, ni catalogación municipal de nivel suficiente), lo que la deja en situación de total vulnerabilidad frente a proyectos urbanísticos.
La finca combina por un lado la huerta, organizada en tablas de regadío, irrigadas por ramales de acequias de origen árabe, vinculadas a la Acequia Gorda del Genil y al sistema de riego de la Vega. En los márgenes de las tablas se plantaban frutales de diversas especies (granados, higueras, moreras, almendros), mientras las parcelas se destinaban a hortalizas y cultivos de temporada. La descripción de la inscripción del Registro de la Propiedad del año 1864 de la Huerta de la Mariana coincide con total exactitud con las fotografías de 2.025 de los cultivos y arbolado existentes.
Y por otro lado la edificación que consta de un cortijo tradicional granadino de carácter agrícola. Construido con tapial, mampostería, madera y teja árabe, presenta elementos propios de la arquitectura vernácula de la Vega: muros encalados, cubierta a dos aguas, espacios para vivienda y almacén agrícola. Es el último ejemplo de este tipo de edificación que se conserva en la actualidad dentro del casco urbano de la ciudad de Granada.
Sin protección específica
Se encuentra en estado de abandono y deterioro debido al proceso de reparcelación forzosa iniciado en 2006 que ha impedido a su propietaria mantener la finca en buenas condiciones. El edificio presenta humedades, pérdida de tejas, desplomes parciales y grietas estructurales. Los cultivos han quedado destruidos por intervención municipal en mayo de 2025, perdiendo por tanto su función agrícola y la esencia productiva de la huerta.
Sufre una amenaza urbanística por parte del Ayuntamiento de Granada que está impulsando un proyecto que contempla su demolición, para la cual ya se ha ordenado el desalojo.
Existe una amenaza real e inminente de demolición. Su pérdida sería irreparable para la identidad cultural de Granada. Es el último ejemplo de huerta tradicional con cortijo histórico, de arquitectura vernácula, en el interior del casco urbano de Granada. Tiene un valor histórico documentado desde 1864, sin que exista en ninguno de los barrios de esa zona de la ciudad ninguna otra construcción con dicha antigüedad. Concentra valores agrícolas, arquitectónicos, culturales y paisajísticos de primer orden.
2025
Adiós a la Huerta de la Mariana: de cortijo centenario a parque familiar. Ideal, 5 de julio