Iglesia de San Bartolomé de La Barbolla

PATRIMONIO RELIGIOSO, Iglesias y capillas

Información general

Historia:

De acuerdo al historiador Gonzalo Martínez Díez esta comarca, ubicada entre Calatañazor y Fuentepinilla, se empezó a repoblar a partir del año 1060, cuando el rey de Castilla Fernando I el Grande, conquista al dominio musulmán las plazas de Gormaz, Valdorrey, Aguilera y Berlanga de Duero. Tras ello el territorio quedó enmarcado en la comunidad de Villa y Tierra de Calatañazor, hasta la caída del Antiguo Régimen, cuando se convierte en municipio constitucional. Posteriormente fue integrado en La Revilla de Calatañazor y ya en el siglo XX ambos en Quintana Redonda. En la actualidad, La Barbolla, compuesta por apenas diez casas, se encuentra deshabitado por completo, tras ser abandonado en 1991 por sus últimos vecinos. Únicamente uno de ellos, continúa regresando al municipio para trabajar las tierras, en un último intento por no convertir La Barbolla en un despoblado.

La fiesta principal de la comarca está dedicada al Cristo de la Piedad, el cual suscita una gran devoción en todos los municipios de alrededor. Dicha devoción se hacía aún más presente en determinadas circunstancias como sequías. Especialmente recordada es la que tuvo lugar en 1914, para lo cual se celebró una procesión para llevar al Cristo desde Fuentelaldea hasta La Barbolla, que congregó de forma masiva a los vecinos de los dieciocho municipios.

La iglesia, bajo la advocación de San Bartolomé, fue erigida probablemente en el siglo XII, aunque después de tantos siglos de existencia su historial constructivo ha ido incorporando numerosos nuevos elementos. De los conservados actualmente podemos señalar, por ejemplo, la espadaña moderna o las dos campanas, una del siglo XVIII y otra del XIX. Es un magnífico ejemplo del llamado «románico rural soriano», término empleado para referirse a un amplio conjunto de iglesias y ermitas, generalmente de pobres características, lejos de la grandilocuencia constructiva de los grandes templos románicos, aunque no por ello de menor trascendencia histórica.

Además de cierta homogeneidad tipológica, estas iglesias tienen en común la negativa repercusión que ha tenido sobre las mismas el despoblamiento al que se enfrenta desde hace décadas el conjunto de la provincia. En el caso de San Bartolomé, la pérdida de la actividad religiosa llevó al posterior cierre del templo. La diócesis de Osma-Soria retiró todo el mobiliario de cierto valor como las esculturas que decoraban los tres retablos, así como el retablo de la sacristía, condenando con ello definitivamente al edificio al abandono y al expolio: en el fondo de la nave se encontraban tres estelas discoidales medievales que se cree pudieron desaparecer en un robo acaecido entre 1999 y 2004. En 2008 el obispado lanza un proyecto de consolidación del inmueble, pero por diversos motivos no lo pone en práctica. Desde entonces el estado de la iglesia se ha ido deteriorando rápidamente.

Descripción:

Se trata de una iglesia de modestas proporciones y sencilla en su construcción, acorde a las características de la arquitectura románica rural. El templo, de nave única, se levanta en mampostería, a excepción de los esquinales y vanos, realizados con sillería. La nave termina en un ábside semicircular orientado hacia el este, mientras que la portada se ubica en el muro sur, protegida por un humilde portal. Adosados al edificio se encuentran una sacristía al norte, cuya techumbre se desprendió años atrás; al sur una huesera y, por último, la espadaña de doble campanario, por el flanco occidental. La iglesia se ubica sobre un montículo, generando con ello un desnivel que se salva a través de un zócalo de mampostería, rematado con una hilada de sillería.

Las dimensiones de la nave superan tanto en altura como en anchura las de la cabecera y, dentro de esta, el presbiterio sobresale ligeramente sobre al ábside. Ambos rematan al exterior en una cornisa achaflanada apoyada sobre una línea de canecillos, algunos de los cuales presentan formas antropomorfas, decoración que no se limita únicamente a esta parte de la iglesia. Por su parte, la nave ha perdido la cornisa, quedando limitada a un alero de tejas.

A los pies de la iglesia se sitúan dos estancias de reducido tamaño, sobre las que se asienta un coro sencillo y el acceso al campanario. En uno de los habitáculos se encuentra una pila románica de gallones cóncavos y cenefa vegetal apoyada sobre columna y una escalinata circular de doble peldaño. Presenta una cubierta de teja a dos aguas y techumbre de madera, a diferencia del presbiterio y el ábside, rematados con bóvedas de cañón apuntada y de cuarto de espera, respectivamente, estando ambas apoyadas en una línea de imposta achaflanada.

La portada es uno de los elementos más destacados de la iglesia, realizada en sillería y abierta hacia el exterior a través de cinco arquivoltas apoyadas de forma alterna en pilastras y columnas acodilladas, que descansan, a su vez, sobre un podio, estando todo ello recubierto por una capa de cal. El conjunto se remata con un crismón, una figura de escasa presencia en la provincia de Soria.

Siguiendo la tendencia románica, la iluminación es escasa, conseguida en un primer momento a través de una aspillera ubicada en el muro del ábside, aunque se abrió un nuevo vano, adintelado, en el muro meridional del propio ábside al quedar el primero opacado por el retablo barroco.

Grado de protección legal:

Sin protección específica

Estado de conservación:

La iglesia se encuentra en un estado de deterioro muy avanzado. Años atrás tuvo lugar el derrumbe del tejado de la sacristía, así como varios desprendimientos en el muro norte en su unión con el presbiterio. Por otro lado, la pérdida de gran parte de las tejas que cubrían la techumbre facilitó la aparición de goteras y con ello la podredumbre de las vigas. Desde entonces han sido numerosos los desperfectos que ha sufrido el inmueble. Entre los más recientes cabe señalar la caída del retablo del Cristo de la Piedad en el año 2021, cuyos restos quedaron esparcidos por la nave y, por supuesto, el desmoronamiento de gran parte de la cubierta, especialmente en el enlace entre la nave y la cabecera, la noche del 8 al 9 de noviembre de 2023. Como consecuencia de esto último, además, se ensanchó una grieta que la iglesia presentaba en el área de convergencia entre la nave y el presbiterio, quedando el muro con un abombamiento muy notable.

Careciendo de cubierta, se prevé que las inclemencias del tiempo puedan provocar estragos en los ya de por sí castigados restos del edificio. En el año 2008 el obispado planteó un proyecto de consolidación del inmueble, pero no se llevó a término por diversos motivos. Desde entonces no se ha propuesto ninguna intervención para frenar la deriva destructiva de la iglesia, que culminará con la eventual pérdida de la misma si no se adoptan medidas con celeridad.