Situada en pleno camino jacobeo, fue construida en la segunda mitad del siglo XI por orden de doña Mayor de Castilla, casada con Sancho el Mayor, rey de Navarra, como parte del monasterio de San Martín, hoy desaparecido. En su testamento, doña Mayor declaró al monasterio de San Martín de Frómista, que ella edificó, titular de los bienes raíces que había venido utilizando, asignándole además, otras posesiones en Bobadilla y Agero, las tercias decimales de Frómista y Población de Campos, así como medio prado y una serna en Villota. Las primeras noticias en las que se hace referencia a esta iglesia datan del año 1066, en el que ya se había iniciado su construcción. Su estilo se relaciona con el románico palentino, así como con la catedral de Jaca, alguno de cuyos canteros pudo trabajar en su edificación. En el año 1118 pasó a depender del priorato benedictino de San Zoilo, en Carrión de los Condes. Los monjes lo abandonaron en el siglo XIII y lo cedieron a don Juan Gómez de Manzanedo. Tras cambiar de mano en varias ocasiones durante la Edad Media, y tras su definitiva separación del monasterio, la iglesia sufrió diversos añadidos durante el siglo XV: una torre que serviría de campanario sobre el cimborrio original y varias dependencias que hicieron de sacristía. Tras estas últimas noticias medievales, el templo sufre un progresivo deterioro, que lleva a que a finales del siglo XIX sea declarado inadecuado para el culto. Tras su cierre, el deterioro se acelera, con varios desprendimientos en la bóveda y las paredes. Se acometió su restauración, dirigida por el arquitecto Manuel Aníbal Álvarez Amoroso, quien se propuso devolver el templo a su estado original, eliminando los añadidos posteriores. Las tareas de reconstrucción finalizaron en 1904, fecha en la que definitivamente se reabre al público.
La apariencia exterior de la Iglesia de San Martín de Frómista es característica del periodo románico en que fue construida, aunque fue muy modificada en la restauración llevada a cabo por Álvarez Amoroso y responde a una interpretación idealizada de la arquitectura románica. Sobre sus naves, de escasa altura, destacan el cimborrio octogonal sobre el crucero y las dos torres cilíndricas a ambos lados de la fachada principal. Las tres naves, con bóveda de cañón, la central más ancha y alta que las laterales, terminan en tres ábsides circulares. Desde el exterior se advierten sus muros sólidos, con escasos ventanales con arcos de medio punto en los ábsides y en los laterales del templo. En las fachadas, a modo de cornisa, se extiende un adorno ajedrezado de piedra a diferentes alturas. Además, bajo los aleros de las puertas y tejados hay más de 300 pequeños canecillos, con figuras similares a gárgolas, representando animales, seres humanos y seres mitológicos o fantásticos. Los capiteles y canecillos más deteriorados fueron trasladados al Museo Arqueológico de Palencia y sustituidos por reproducciones. La mayoría de ellas -no todas- tienen una «R» en el cimacio. Sobre la puerta principal hay un crismón de seis brazos, de dudosa antigüedad. La iglesia tiene cuatro entradas, una en cada una de sus fachadas, aunque sólo dos permanecen útiles: la de la fachada principal, la más ricamente adornada de todas, y la de la portada sur (actual puerta de entrada al público). La puerta de la fachada norte está tapiada. La iglesia presenta planta basilical rectangular, formada por tres naves de distinto tamaño. Las tres naves se separan mediante arcos formeros que apoyan en pilares de sección cuadrada con semicolumnas en sus cuatro frentes. Tanto la bóveda de la nave central como las de las laterales son de medio cañón con arcos fajones de refuerzo. La nave principal o central es más ancha que las dos laterales, y las tres terminan en ábsides semicirculares. La planta basilical está combinada con la forma de cruz latina, con el cimborrio octogonal situado sobre el crucero.
Resulta sorprendente la perfección de sus formas, la coherencia de sus volúmenes, su exacta y perfecta construcción, su belleza arquitectónica y su riqueza ornamental, aunque su apariencia es muy distinta a la que tenía antes de la restauración de Manuel Aníbal Álvarez Amoroso.
Monumento historico-artístico y Patrimonio de la Humanidad por asociación al camino de Santiago
La iglesia fue desmontada y reconstruida por el arquitecto Aníbal González, entre 1894 y 1804, siguiendo los criterios de la época, puestos de moda por Viollet-le-Duc, que consistían en devolver al estado original los edificios, aunque para ello hubiera que reconstruir partes completas. Esta intervención «no le resta en absoluto ni un ápice de su mérito ni belleza integral que nos muestra a las claras cómo debió de ser el edificio en origen» (A. García Homedes), aunque otros autores, como Pedro Navascués, difieren de esta afirmación. En la clave de la bóveda se puede leer la siguiente inscripción: Reconstruydo por el arquitecto Manuel Anibal. Reynando S.M.don Alfonso XIII. 1901.
El monumento se encuentra en muy buen estado interior y exterior.
El riesgo que recae sobre esta iglesia es la construcción de un edificio de nueva planta, de dos alturas, a doce o trece metros de su fachada oeste. Este nuevo edificio produce un atroz impacto visual sobre el monumento, con grave distorsión sensorial de su estética.
El citado edificio en construcción supone también una agresión al Camino de Santiago, Patrimonio de la Humanidad, donde se encuentra ubicada la iglesia.
2017
Polémica por la construcción de un chalet junto a la Iglesia de San Martín de Frómista, una joya del Románico. Lasexta.tv, 13 junio
Enlaces
San Martín de Frómista – Su restauración, La Frontera del Duero.com, con fotos inéditas de Manuel Aníbal Álvarez.
San Martín de Frómista, hito del Camino de Santiago, Patrimonio histórico de Castilla y León, Año V, nº18.
Bibliografía
Navascués Palacio, P. El Neorrománico de Frómista. Descubrir el arte, nº 5, pp. 96-97. 1999.