La iglesia de San Bartolomé es una de las pocas construcciones, además del palacio del Cabo de Armería, que permanecen en pie en el despoblado de Larrángoz.
Al exterior poco o casi nada podemos apreciar de la fábrica románica, pues toda ella está cubierta por una tupida capa de hiedra que apenas deja vislumbrar los contornos. La única parte despejada es la que corresponde a parte del lado sur, donde se encuentra la portada, enmarcada por dos vanos de gran tamaño de medio punto muy sencillos. En el hastial hay otro más pequeño y, en el ábside, uno cegado que es también de medio punto abocinado. La portada es gótica del s. XIII, con unos hermosos capiteles de tradición románica muy deteriorados y que presentan, a la izquierda, un caballero con escudo en el que hay labrada una cruz recruzada y, a la derecha, una hermosa águila desplegando las alas con su presa entre las garras; también se encuentra alguna cabeza y figura humana. La nave es de tres tramos cubierta de bóveda de cañón ligeramente apuntado con arcos fajones sobre pilastras. Una imposta biselada recorre todo el perímetro del templo. El ábside semicircular está cubierto con bóveda de horno. La sacristía, mínima dependencia abierta en el lado del Evangelio, presenta cubierta de bóveda estrellada, con restos de pintura, de fecha posterior al resto del edificio. La pila bautismal románica se encuentra tirada en una esquina del hastial. El interior está totalmente abandonado y, como el resto del templo, su ruina se acentúa día a día. A ello, además de la inexorable acción de la naturaleza y del tiempo, también contribuyen los expoliadores que se están llevando el entarimado del suelo y las maderas del coro, cuya balaustrada, a tenor de lo que queda, estaba tallada.
Sin protección específica
En completo abandono y semioculta por la maleza.
Desaparición del monumento por hundimiento de las bóvedas. Gran deterioro por la vegetación adherida. Expolio.