Fundado en 1218 por Rodrigo Fernández de Atienza y su mujer María para monjas del Císter, junto al río Cañamares, en el «Sotiello de Hacham». Posteriormente fue ocupado por monjas calatravas, que reconstruyeron el primitivo cenobio cisterciense, de estilo románico y pusieron al Norte una gran puerta adovelada con escudos de la Orden de Calatrava, del Emperador Carlos y del fundador del Císter, San Bernardo. Tiene pinturas renacentistas o tardogóticas, claustro, canecillos, etc. Fue abandonado a finales del XVI.
La cabecera está formada por presbiterio recto y ábside semicircular. Al norte, en la unión del presbiterio con la nave se levantó un bonito haz de columnas a modo de contrafuerte mientras que en su unión con el hemiciclo tan solo aparece una solitaria columna adosada. El ábside de sillarejo calizo es sin duda el elemento más llamativo del conjunto. En el ábside y en los muros de la nave de la iglesia podemos encontrar un buen número de canecillos románicos lisos. Tan solo hay uno que se sale de la norma y muestra un curioso personaje que se lleva las manos a la cabeza. Aún podemos contemplar el vano geminado que debía dar acceso desde el claustro a la sala capitular, y en el muro norte del presbiterio se puede ver, aunque cegada, una pequeña y coqueta portada con su vano de medio punto apoyando en gruesas cornisas. Es un lugar un tanto extraño para una portada pero da la impresión de pertenecer a la fábrica original. En el mencionado acceso geminado a la sala capitular encontramos un capitel decorado con sencillas palmetas y rosetas. También se adivinan capiteles foliáceos en lo que queda del arco triunfal.
Incluido en el Inventario del Patrimonio Arquitectónico de Interés Histórico Artístico de la Provincia de Guadalajara
Ruinas abandonadas. Su propietario ha retirado los escudos y medallones para evitar su expolio.
Hundimientos. Expolio.