Los hermanos Ramon y Cosme Herrera San Cibrián, nacidos en Mortera en 1829 figuran en la Habana como dependientes de comercio e irán convirtiéndose en empresarios navales prestigiosos tras fundar Vapores españoles, Correos y Transportes Militares con una importante flota más conocida como Vapores Herrera. Ramón fue regidor y alcalde constitucional de La Habana, fundador del Banco Español de la Habana, senador real, comendador de la Orden de Isabel la Católica, Cruz de Carlos III y Gran Cruz del Mérito militar y naval. Fundó y mantuvo a su costa el 5º batallón de voluntarios de la Habana, integrado por residentes cántabros en Cuba.
Donó en 1880 a Mortera, su pueblo natal, una iglesia parroquial cuya construcción costó 50.000 pesos, con proyecto del arquitecto Alfredo de la Escalera. Donó también las escuelas del pueblo y las de Liencres. En 1871 Amadeo de Saboya le otorga el título de I conde de la Mortera.
El palacio está ubicado en una extensa finca en la que varias palmeras de gran tamaño recuerdan su origen indiano y la procedencia del capital. El palacio se construye según proyecto de Valentín Lavín Casalís y es reformado después por Javier González de Riancho. Ramón Herrera San Cibrián, primer conde, no pudo disfrutar el palacio ya que fallece en 1880 en La Habana y este se comienza a construir en 1910.
A la finca se accede por una portalada blasonada de estilo post-herreriano, rompiendo la corralada de piedra que rodea todo el conjunto y en la que hay un blasón con las armas de Herrera. Continuando la corralada aparece la casa de los guardeses y separada el edificio principal, de planta cuadrada y tres alturas, trazado en estilo neoclásico con grandes vanos y balcones, el piso alto es abuhardillado. Un edificio anexo se dedicaba a biblioteca de la colección Maura y otro segundo a caballeriza. En la fachada del edificio principal hay otro escudo con las armas de Herrera, San Cibrián, Estrada y Pedraja.
Fue declarado Bien de Interés Local (BIL) en 2001
Hace 5 años aproximadamente se hizo la cubierta nueva de la casa principal, manteniéndose el resto del edificio en un estado de descuido y abandono. Ventanas tapiadas por los dueños para evitar la ocupación y el vandalismo, vaciado del interior y pintadas y grafitis por todos los sitios.
El estado general del inmueble es de un gran deterioro, con maleza y vandalizado.
Bibliografía:
Fuente Porres, Miguel de la, fichas sobre Patrimonio de Cantabria. (Qué, quien, donde, cómo, cuándo y porqué.), Santander 2022Aramburu-Zabala Higuera, Miguel Ángel y Soldevilla Oria, Consuelo, Arquitectura de los Indianos en Cantabria. Siglos XVI al XIX, t. II, pp. 375-378. Ediciones Estudio, Santander, 2007.
González Echegaray, María del Carmen, Escudos de Cantabria. t.I, p. 119, Santander, 1972.
Machado Bruno, Javier. “Cuevanos de Olvido”, p 104-114, CEM, Santander, 1999.