Como en tantas ocasiones, nuestro paisaje natural, identitario y cultural, se vio adornado con un elemento vegetal, arbóreo, claramente identificativo del contexto histórico. Las palmeras vinieron desde muy lejos hace ya más de cinco siglos y hoy están plenamente integradas en nuestro paisaje, ocupando un espacio singular entre robles y encinas, castaños y nogales. Identifican lugares habitados, con una historia detrás y un relato de ultramar en la mayoría de las ocasiones; suelen dar entrada a jardines y antiguos solares edificados por indianos, aquellas personas que, a finales del siglo XIX y comienzos del XX, emigraron a países latinoamericanos en busca de una vida mejor y que, tras conseguir aquel sueño, regresaron o enviaron los caudales necesarios para mejorar su lugar de origen, construir su nueva casa o mejorar la que siempre tuvieron, al tiempo que pagaban traídas de aguas, puentes y carreteras, vías férreas, escuelas, hospitales, asilos, fuentes y el jardín con sus palmeras se convirtió en su seña de identidad. Tiene este bien, por tanto, además de carácter paisajístico y medioambiental, importancia cultural al constituir la memoria del fenómeno indiano.
La palmera canaria o Phoenix canariensis, procede de Canarias y está perfectamente adaptada al norte peninsular y a su climatología. Llegan a ser centenarias y pueden alcanzar una altura de hasta 20 m. Se distingue un tronco (estípite) grueso y muy coriáceo con hojas (palmas) que forman densos penachos palmeados. Las flores se disponen en densos racimos anaranjados y los frutos son más pequeños que los dátiles.
Inicialmente se plantan en el jardín de la casa indiana como signo de esa identidad para posteriormente ser utilizadas como árboles de jardinería. Encontramos palmeras en todo el territorio.
Otro
Muchas de las palmeras están siendo infectadas por el picudo rojo “Rhynchophorus ferrugineus”, un escarabajo volador que en forma de epidemia invade la España palmerífera y ha colonizado el norte.
La infección es muy rápida. Cada hembra pone alrededor de trescientos huevos que tardan entre uno y seis días en eclosionar. Estas larvas se alimentan de las partes blandas, es decir de la zona de crecimiento de la palmera y el tronco, horadando túneles con sus potentes mandíbulas. Vivirán hasta noventa días y al final regresan a la periferia de la palmera para situarse bajo los peciolos y envolverse en un capullo fibroso donde puparán por un periodo de entre dos semanas y dos meses completando su metamorfosis y dando origen a un nuevo adulto de escarabajo que repetirá el ciclo en palmeras vecinas, atraído por su olor. Ese ciclo vital dura aproximadamente doscientos días y su mayor actividad se produce con las altas temperaturas.
Existe un riesgo alto de desaparición de la palmera canaria en esta zona y con ello de la pérdida de la memoria indiana. Hay palmeras enfermas en toda Cantabria, principalmente en la costa, plaga que alcanza más de 50 km al interior.
Es necesaria, antes de la llegada del calor, establecer desde las administraciones una política común de prevención, diagnóstico y tratamiento, como ya se hizo con éxito en 2022, con un equipo profesional que protocolice el control de la epidemia desde las administraciones. La prevención revertiría la tendencia. La inspección y el tratamiento específico de limpieza serían eficaces, como ya se ha hecho en otras ciudades, siendo Elche el mejor ejemplo a seguir.
2025
El Ayuntamiento de Santander tala la primera palmera afectada por el picudo rojo. El Diario Montañés, 21 de marzo
El picudo rojo avanza y afectaría ya al 80% de las palmeras de Cantabria. Cope, 6 de marzo
Paisaje amenazado: las palmeras. Grupo Alceda. El Diario Montañés, 26 de enero
Santander asegura que ya trata las palmeras y pone trampas para atrapar al picudo rojo. El Diario Montañés, 23 de enero
La plaga de picudo rojo se intensifica: «Todas las palmeras están en peligro». El Diario Montañés, 16 de enero
Hasta 2.000 euros por ejemplar: la factura que tienen que afrontar los dueños de palmeras afectadas por el picudo rojo. Cadena Ser, 9 de enero
2023
Alertan en Cantabria de la plaga de picudo rojo, un escarabajo exótico invasor que daña las palmeras. Efe Verde, 25 de enero