En el Diccionario geográfico-estadístico-histórico de Pascual Madoz (1845-50) se menciona la existencia de esta ermita entre las cuatro existentes en el lugar de Riva de Ruesga. La ermita se encuentra situada en el lugar de los pueblos de Ogarrio y Riva, incluida en el cementerio de esta última localidad.
En 1699, doña María Ezquerra de Rozas, viuda del contador don Mateo de Lavanda Zorrilla, fundó una capellanía en esta ermita de Nuestra Señora de la Concepción en Riva, dotándola para su mantenimiento.
Se trata de una construcción de la segunda mitad del siglo XV, de la que únicamente queda la capilla mayor, antecedida por arco toral apuntado y cubierta por bóveda de crucería de cinco claves – dos con estrellas, una con cruz, otra con escudo y la central con una flor de lis – nervios cruceros, terceletes y ligaduras, apoyando sobre ménsulas. En el siglo XIX se pintó en azul añil. Una ventana ajimezada en arco apuntado de tracería lobulada permitía la entrada de luz natural para la celebración eucarística en el presbiterio.
A mediados del siglo XVIII se hizo un retablo de madera, de estilo barroco y policromado, procediéndose al encalado de los muros. Con el paso de los siglos, el retablo se fue deteriorando hasta desaparecer y unido a la falta de mantenimiento del edificio, dio lugar a la caída de los encalados y repintes, reapareciendo las imágenes originales góticas.
En el año 2000, ya muy deterioradas, se conservaban en el testero unas interesantes pinturas murales góticas, de fines del siglo XV, con la representación de San Jorge y el dragón, reconociéndose entonces las figuras relativas al martirio de San Sebastián y a una doncella rescatada por un caballero o arquero (¿alegoría de la Inmaculada Concepción?). Así las describe Campuzano Ruiz (2013):
“En el muro del testero, hacia el lado de la Epístola, sobre un fondo pictórico de falsa sillería, hay una representación de un San Jorge, con armadura y a caballo, alanceando a un dragón del que se conserva la cabeza y la cola, habiéndose desprendido las piedras sobre las que estaba pintado el resto del cuerpo. Encima, hay una figura femenina: doncella de frente pero con los pies de perfil, calzando borceguíes (…) Se aprecia su juventud en los cabellos largos y dorados y en el propio vestuario blanco de finos pliegues como de seda, que descienden paralelos y se atan con un cinturón. Las manos parecen estar juntas delante del pecho. A su izquierda aparece una ventana por la que se asoma un personaje femenino, y quizás otro masculino, que podría corresponder a los reyes, padres de la doncella (…) por la posición que ocupa la doncella sobre el dragón, también es posible entender la escena como alegoría de la Virgen, según la visión de San Juan en el Apocalipsis, la mujer vestida de sol a punto de dar a luz, a la que acosa el dragón, que luego será interpretada como la Inmaculada Concepción.”
En este mismo muro del testero, hacia el lado del Evangelio, se representa el martirio de San Sebastián: “Un hombre de perfil vestido al uso medieval, tensa una ballesta cuyas flechas se dirigen hacia una figura semidesnuda que aparece, -en lo que deja ver los repintes y desconchados del muro, atada delante de un árbol. Sus dimensiones son sensiblemente superiores a las del arquero. Se aprecian algunas flechas clavadas en sus piernas y torso”.
En el muro lateral, se resiste a desaparecer en su totalidad otra pintura, en forma de friso (5,50 m. de ancho), que representa la Última Cena: “En el centro de la composición se encuentra Cristo, con larga melena que mira hacia su derecha en actitud de hablar con San Pedro, caracterizado por su cabeza redonda, barba e incipiente calva. (…) A continuación aparecen otros cinco apóstoles. A la izquierda de Cristo se encuentra, recostado en su pecho y sobre la mesa su discípulo amado, Juan. El resto de las figuras se encuentran aún bajo una gruesa capa de repintes”.
Sin protección específica
La ermita en la actualidad está en un estado de deterioro progresivo con hundimiento de cubierta y grietas en las paredes. Las pinturas en una capilla sin cerramiento se van, asimismo, deteriorando, habiéndose perdido totalmente algunas de ellas.
Posible desaparición del bien.
2016
El arte se borra en Ruesga. Diario Montañés, 10 de junio.
Bibliografía
Madoz, P., Santander. Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico.1845-1850. Edic. Facsímil, Ámbito Estudio. Santander, 1995.
Fuete Porres, M., Ruesga y Arredondo: El despertar de un valle, 2000.
Aramburu-Zabala, M.Á. (dir); Losada Varea, C. (coord.) et alii: Catálogo monumental de las cuencas del Asón y del Agüera. T. II: Limpias, Ramales de la Victoria, Rasines, Ruesga y Villaverde de Trucíos, 2001.
Cofiño, I. y Mazarrasa, K., Ermitas, Capillas y Santuarios de Cantabria. (ed.) Gobierno de Cantabria/Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria. Santander, 2006.
Aramburu-Zabala Higuera, M.Á. y Soldevilla Oria, C., Arquitectura de los indianos en Cantabria (Siglos XVI-XX). T.I. Edic. Librería Estudio. Santander, 2007.
Campuzano Ruiz, E., “Las pinturas murales de Riva de Ruesga”. Clavis, 6, 2013.
Parreño Hoppe, M., Las pinturas murales de la capilla del cementerio de Riva, Ruesga, Cantabria. Santander, 2016.