El telégrafo óptico pertenece a la histórica línea de Castilla, y permitió la transmisión de mensajes en un tiempo muy inferior al que requería el transporte terrestre. Las torres se establecían en línea recta, estando operadas por una o varias personas que manejaban los controles y repetían el mensaje, que era leído y reproducido sucesivamente por las siguientes torres.
El primer telegrama se transmitió en Francia en 1794. En 1798 se aprueba en España el proyecto de instalación de la Telegrafía óptica, siendo la primera línea la de Madrid-Cádiz (dirigida por Betancourt) y de la que sólo se construyó el tramo Madrid-Aranjuez. Entre 1832 y 1834 se construyen pequeñas líneas en torno a Madrid (Madrid-San Ildefonso, Madrid-Carabanchel Alto, Madrid-El Pardo).
En 1844, llega el proyecto de Mathé que pretendía unir la capital española con todas las capitales provinciales y cuyas torres están diseñadas a modo de fortaleza para evitar la interrupción de las comunicaciones en caso de contienda militar. De esta idea original, sólo se construyeron tres líneas, entre ellas la de Castilla. También se realizó la línea de Andalucía y en parte la de Cataluña.
La línea de Castilla, empezó a transmitir en 1846 teniendo 52 torres (pasando por las provincias de Madrid, Segovia, Valladolid, Palencia, Burgos, Álava, Navarra y Guipúzcoa) de las que gran parte se han perdido o se encuentran en estado de ruina. En la provincia de Palencia, de las cuatro que existieron, quedan sólo dos.
Esta torre, construida en torno a 1844, sigue el diseño de Mathé, se asemeja a cualquier torre fortificada. El objetivo de esto era dificultar su derribo y evitar que se interrumpiese la comunicación en caso de guerra.
Tenía tres plantas cubiertas y en la parte superior se situaba el telégrafo. La construcción es de ladrillo, a excepción de la base de piedra. También hay restos del antiguo enfoscado. En la planta baja, se observan tres pequeñas ventanas o ventanucos, cuya finalidad podría ser defensiva. En la segunda planta, hay un vano de mayor tamaño en cada uno de los lados, uno de ellos era la puerta, a la que se accedía con una escalera de madera. En el último nivel, se encontraban los controles del telégrafo.
Sin protección específica
Ruina que amenaza con su colapso total. Hay desprendimientos, vanos dañados y la estructura interior ha desparecido; sólo queda el armazón exterior.
Situación de abandono y ruina progresiva que amenaza con su desaparición al igual que ha ocurrido con gran parte de torres de telegrafía de la línea Madrid-Irún.