La torre puede tener un origen almorávide (siglo XI-XII), con una posible reforma almohade en el siglo XII. Las diferentes crónicas denominan a este espacio como “castro”, lo que indica su uso como lugar de agrupamiento de tropas. Así, la atalaya es mencionada en las crónicas de la fitna y de la rebelión muladí como fortificación destinada a la vigilancia del antiguo camino de Granada. En el siglo XIII, con la conquista cristiana, las crónicas mencionan este lugar como el espacio preferido de los sitiadores de la ciudad para instalar su campamento base. Posteriormente, las tropas cristianas realizaron algunas obras de acondicionamiento, con lo que la torre une visualmente el castillo de Otíñar con el de Jaén.
Situada en las estribaciones de las Peñas de Castro o Sillón de la Reina, la torre constituye uno de los mejores miradores naturales e históricos para observar el paisaje giennense. Por ejemplo, el de la propia capital con su castillo y la catedral de fondo -a 3 km de distancia-, y el de las sierras que rodean a esta atalaya.
El resto principal de esta fortificación es la torre cuadrada de calicanto, realizada a base de tapial y maderas -mechinales-, con una extensión aproximada de 9,6 metros de lado, con una zarpa de cimentación de piedras de mampostería y sillares reaprovechados de yacimientos de la zona. Del tapial de la torre solo se conserva un lienzo que permite comprender que su altura era de tres pisos decrecientes y, en algunas de las cuatro saeteras se conserva la madera que aísla el encofrado de tapial del hueco del vano. Debajo de la torre, existe una pequeña estancia dedicada al aljibe de la fortificación -socavada por una galería realizada por expoliadores-, lo que hace indicar que la torre constituía el principal elemento de un conjunto defensivo más grande -recuerda a otras atalayas incluidas en la lista roja como las de Orcera y Segura de la Sierra-, realizado el cerco con muros de mampostería en seco.
BIC - Bien de Interés Cultural - Monumento
Muestra un gran deterioro y un estado general de ruina.
Las malas prácticas agrarias, de explotación de olivar intensivo, han arrasado parte del yacimiento arqueológico. Junto a esto, la realización de galerías, ejecutadas por expoliadores de “tesorillos”, ponen en peligro la estabilidad de los restos de la torre. Asimismo, la atalaya no ha recibido ninguna intervención por parte de las administraciones pública y hay que adjuntar los daños producidos por el tiempo y el crecimiento propio de la vegetación.
Enlaces
Torre Bermeja Base de datos del IAPH
Bibliografía
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