La villa romana de Araya, llamada así por encontrarse parte de ella enclavada en la finca homónima, fue localizada a finales de los años 60 pero se mantiene aún por excavar. Sí se llevaron a cabo prospecciones arqueológicas en zonas colindantes, de las que se obtuvieron vestigios neolíticos que prueban la existencia de asentamientos humanos en la zona, previos a la fundación de la ciudad emeritense.
La villa romana, levantada a corta distancia de la capital de la antigua Lusitania y a pocos metros del río Guadiana, formaría posiblemente parte del nutrido conjunto de villas erigidas junto al camino que unía Emérita Augusta con Olisipo (Lisboa), al igual que la Villa de Pesquero o la de Torreáguila, así como parte del conjunto de explotaciones que circundaban la propia ciudad, junto a otras como la de Esparragalejo o la de Tiendas. Al igual que muchas de estas últimas, también la villa de Araya contó con presa propia, al estar ubicada en zona granítica de escasas aguas subterráneas, conservándose el dique original vinculado a ésta al noreste del complejo, aún en uso hoy en día como muro de charca, conocida también como Presa romana de Araya.
Se conservan de la villa, a falta de exhaustivas intervenciones arqueológicas, dos estancias contiguas levantadas sobre sillares y mampostería, y lucidas internamente con opus signinum, con entrada en la zona oriental. Al norte de las mismas aparecen restos de un muro semicircular, que podrían corresponder a los vestigios de una dependencia de planta absidiana, posiblemente unida en origen a las habitaciones conservadas y abiertas todas a una estancia, patio o atrio de grandes dimensiones.
Al oeste de estos restos se observa el arranque de un gran muro de sillares y sillarejo que podría formar parte del mismo inmueble, o bien de otro cercano incluido dentro del conjunto sumándole espacio al mismo, permitiendo por ello barajar la posibilidad de que un edificio de tanta envergadura, nutrido de destacado embalse y cercano al río, con opus signinum revistiendo sus paredes, fuese más que villa un conjunto balneario y lugar de descanso próximo a la urbe.
La existencia sin embargo de una importante necrópolis, descubierta hace pocos años al norte del complejo, a raíz de la construcción de la nueva carretera que une Mérida con Montijo, hace que cobre más peso la teoría de que los restos conservados formaron parte de una gran explotación agropecuaria romana o asentamiento rural romano, perteneciendo las estancias conocidas a la instalación termal de la parte residencial del complejo.
Sin protección específica
Monumento en completo abandono; el yacimiento, a falta de excavaciones arqueológicas exhaustivas y profundas, permanece engullido por la vegetación, suponiéndose la existencia de más zonas del mismo enterradas, posiblemente algunas de ellas ocultas bajo el trazado de la vía férrea; las partes ubicadas dentro del Cortijo de Araya están incluidas dentro de los terrenos de pastos usados para pastoreo del ganado de la finca.
Deterioro y posible desaparición paulatina de los restos del yacimiento a la vista por las inclemencias del tiempo y la acción devastadora de la vegetación; grave riesgo y desprotección absoluta frente al expolio.
2018
La villa abandonada de Araya. El Periódico. 29 de abril
Enlaces
Villa Romana de Araya, Caminos de Cultura.