El monte Cildá alberga un baluarte de los antiguos pueblos cántabros, que lo poblaron desde el siglo I a.C., siendo probable que fuera esta la ubicación de la ciudad de Vellica.
En el siglo I a.C., tuvo lugar la Bellum Cantabricum, una serie de campañas militares abordadas por el Imperio Romano para conquistar de forma definitiva la Regio Cantabrorum. En esta época, en Vellica se desarrolló una gran batalla entre cántabros y romanos, que acabaron tomando y destruyendo la ciudad para posteriormente fundar la nueva urbe, Villegia. Este enclave fue intensamente fortificado por los romanos, ya que tenía un gran valor estratégico y de control del territorio.
El castro fue abandonado en el siglo I d.C. y nuevamente ocupado a finales del siglo IV y principios del V coincidiendo con la presión de los pueblos bárbaros, ante los cuales la población estaba mejor protegida en este castro que en las zonas más llanas. Las estructuras defensivas fueron reforzadas para asegurar la defensa y se levantó una nueva muralla en la que se utilizaron restos de las antiguas edificaciones cántabras e incluso lápidas sepulcrales.
En el año 574, los visigodos, encabezados por el rey Leovigildo, conquistaron la Cantabria romana, quedando así Cildá bajo su dominio hasta el año 754, momento en el que fue tomada por los musulmanes. La zona se mantuvo ocupada por una pequeña población hasta su abandono definitivo en el siglo XII.
El castro se encuentra sobre una plataforma oblinga, situado a la orilla del río Pisuerga y con una orientación noroeste-sudeste. Tiene una superficie aproximada de doce hectáreas. En el lado noroeste se encuentra la entrada más accesible, mientras que en el resto del perímetro el acceso es más complicado, especialmente en los lados meridional y oriental. Es por ello por lo que la muralla tardoantigua fue construida en la zona noroeste.
BIC
Las primeras excavaciones arqueológicas se realizaron en 1891 y en ellas se descubrió parte de la muralla y se localizó una treintena de estelas funerarias de época romana (siglo III d.C.). Posteriormente, parte del yacimiento fue excavado entre 1963 y 1969, recogiéndose material de sumo interés y dejando simplemente insinuadas ciertas partes de la muralla. Una nueva excavación se abordó en 2002. La epigrafía encontrada en Monte Cildá es la más numerosa de la encontrada en toda la zona, tanto estelas sepulcrales como aras e inscripciones honoríficas. La decoración de las estelas es de rosetas, swásticas y relieves de personas y animales.
En la actualidad, la mayor parte del castro está por explorar. Algunas partes de la muralla está devorada por la maleza y una pequeña placa corroída y semiborrada por las inclemencias informa sobre la historia del Monte Cildá.
El yacimiento se encuentra abandonado, sin protección ni vigilancia
Se han llevado a cabo trabajos de documentación, limpieza, consolidación, restauración y puesta en valor del yacimiento. Presenta actualmente sus estructuras consolidadas tras las intervenciones recientes de la Junta de Castilla y León, la incorporación de cartelería explicativa, el añadido de dos miradores sobre el propio yacimiento y sobre el paisaje espectacular del desfiladero del rio Pisuerga (Cañón de la Horadada) y el paraje natural de Las Tuerces al fondo, aspectos que dan al sitio arqueológico además una proyección medioambiental y paisajística de gran relevancia.
El yacimiento abandonado ha quedado a merced del progresivo deterioro, del expolio y el vandalismo.
2017
Denuncian un expolio en el yacimiento de Monte Cildá. El Norte de Castilla, 4 de agosto
2010
La Junta acordará con Olleros las actuaciones a realizar en «Monte Cildá». Diario Palentino, 11 de mayo de 2010
Bibliografía
Iglesias Gil, J.Manuel; Ruiz Gutiérrez, Alicia; «Epigrafía y muralla de Monte Cildá (Aquilar de Campoo, Palencia): Cuestiones en torno a la cronología» Actas y Comunicaciones del Instituto de Historia Antigua y Medieval, Vol. 3, nº 1, 2007, págs. 1-14.